Opinion

El nuevo Cid

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Arden Rabat y Melilla mas no por la canícula agostil sino por las fricciones fronterizas, previsibles y eternas. El conflicto proviene de las agresiones y faltas de respeto que han sufrido varias agentes de la policía melillense por parte de algunos marroquíes, por razón de su sexo. Es un ejemplo claro de cómo sigue mirando el Islam a la mujer en el 'Siglo Tuentiuán'. 'Au contraire', grupos procedentes de la Sociedad Civil del Norte de Marruecos y del Comité para la Liberación de Ceuta y Melilla han denunciado a la Policía por inflingirles malos tratos, así como por la destrucción de pasaportes y diversas vejaciones y discriminaciones, plantándose ante los camiones que transportaban frutas, verduras, pescados y mariscos para impedirles el paso. La policía marroquí ha olvidado sus gafas de ver en la mesilla de noche y no interviene mientras que el Rey Juan Carlos I llama por Skype a Mohamed VI tratando aliviar tensiones, sin que su mediación llegara al puerto de Buena Esperanza.

Otro ridículo como el de la isla de Perejil sería nocivo para este fin de legislatura y más aún para el ministro Moratinos, que parece estar ya para otras veleidades. Así que el mejor ministro de este Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, va a cruzar el Estrecho y se va a plantar allí para sofocar el conflicto cual Cid Campeador, caudillo de Valencia y señor de los moros de Zaragoza: una figura legendaria, representativa de lo que debiera ser el carácter hispano por antonomasia. Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador (Cid proviene de "Sidi", señor en árabe; lo de Campeador, en cambio, viene de "Campidoctor", maestro en el campo de batalla). Don Rodrigo era, además de diestro con las armas, jurisperito, conociendo de memoria Las Partidas. Su leyenda ha apagado su rastro humano hasta el punto de que su espada Tizona y su caballo Babieca son productos de 'marketing' internacional. Así es nuestro Rubalcaba, infanzón y líder de las mesnadas, 'sidi campidoctoris', quien, con educación y diplomacia, ha de enseñar los colmillos a los moros de la morería.

Me atrevo a asegurar que tenemos en Pérez Rubalcaba al sustituto de Rodríguez Zapatero para la Presidencia del Gobierno. A los españoles nos gustan los presidentes con la zeta de Suárez, González, Aznar y Zapatero. Y con pelazo, aunque en eso poco puede aportar el Diputado en Cortes Generales por Cádiz. Lo tengo clarísimo, ese nuevo Cid que vence batallas después de muerto, empalado sobre su rocín, -como bien atisbó Rafael Marín en una de sus últimas novelas- cabalgando al encuentro de los moros que huyen despavoridos ante la visión del muerto viviente es Rubalcaba. Un veterano de la política cuyas buenas dotes serán recompensadas pronto por sus laicos correligionarios.