COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

MICKEY Y SUS AMIGOS

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Una de las cosas que más sorprende cuando se llega a Disneyland Paris no es el castillo de la Bella Durmiente, ni el impecable aspecto que tienen todas las atracciones, ni siquiera la cabalgata. Bueno, la cabalgata sí que sorprende, sobre todo si se la compara con los conceptos que barajamos por aquí. Lo que más llama la atención cuando uno llega a Disneyland Paris es la cantidad de gente de Cádiz que puede encontrarse. Que pasear por Main Street viene a ser lo mismo que hacerlo por la calle Columela el primer día de rebajas. Va uno a desayunar en cualquiera de los hoteles temáticos, y siempre hay alguien conocido, o al menos reconocible por aquello de que la equipación del Cádiz sigue siendo de lo más socorrido que metemos en la maleta.

Hace un par de años, el Pluto que más autógrafos firmaba era de Cádiz, y la Cruella de Vil que acechaba a los ciento y un dálmatas gritaba a los cuatro vientos que era de Chipiona. Eso, sin contar que la mayoría de los amables dependientes de las tiendas de recuerdos se dirigían a los clientes como si hubieran memorizado el manual de Pedro Payán. Por eso, no me extraña que los de la casa de Mickey Mouse vengan a buscar empleados por aquí. Ya lo saben. El próximo lunes puede ser usted uno de los trescientos elegidos para acabar cantando un pasodoble de Los Santos con Donald o Buzz Lightyear. Ese cadi, oé..

La oferta es tentadora y tenemos experiencia en castings. Eso sí, dudo mucho que encuentren lo que buscan. Candidatos de mentalidad abierta, con don de gentes y actitud positiva puede haber muchos, pero un buen nivel de francés o de inglés no se consigue contando chistes. Es el precio de andar siempre sonriendo.