CARTAS AL DIRECTOR

A Beatriz

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Qué decirte, amiga: que hace casi un año esa palabra ocupa menos espacio en mi diccionario, que este año cuando he visto a los mismos flamencos en aquel lugar donde cerraste los ojos, he descubierto que tienen menos reflejos rosas en sus plumajes o que las puestas de sol desde ERA ya no brillan con la misma majestuosidad de antes, ¿te acuerdas, Beatriz cómo se nos encogía el alma? Te fuiste sin decirnos adiós a quienes tanto te quisimos, sólo hasta luego y todos seguimos tu juego, para no perder la cordura, no pensar que es para siempre, sólo que estás de viaje en un lugar lejano y exótico, quizás, pero seguro que generoso, científico y por supuesto solidario. Tengo que reconocer que esta lección no me pilla de nuevas, la aprendí con mi padre y con nuestro queridísimo Rubio. Gracias, amiga, por ser lo más parecido a una hermana que he tenido en la vida. Nuestros caminos se separaron desgarradoramente el 8 de julio del 2009, y dejamos muchas historias pendientes, ¿ te acuerdas? Íbamos a escribir 'Las Memorias de La Loma', íbamos a volver con Esperanza y Lourdes a bailar de noche al muelle de Gallineras, íbamos a perdernos otra vez debajo de un olivo, a filosofar sobre lo divino y lo humano, íbamos, sobre todo tú, a conseguir que la profesión de arqueólogo se dignificara hasta el punto de que tuviésemos incluso un epígrafe, como el del abogado o el de esa especie superior (al menos en muchos casos) llamada arquitecto. El ritmo del planeta no es uniforme o constante, se acelera y desacelera conforme se suben o se bajan personas de tu valía. Sin ti, amiga, todo será más lento, difícil y opaco. Debo agradecerles a esos dioses en los que me cuesta tanto creer y por los que tantas horas discutimos haber tenido el privilegio de compartir contigo, hermana pequeña, tantos momentos importantes de mi vida, que hayas sido una más en mi familia, tita de mis hijos, y encima amiga de mis amigos. Y lo que le reprocho a esos mismos dioses es que habiendo tanta gente desahuciada, sufriendo cada día y condenada a una muerte segura, se lleven a gente tan viva, tan sana y con tanta energía como tú. ¡Qué pena que haya tanta buena gente en el mundo que ya no tenga la oportunidad de conocerte, amiga! Cicerón decía: «La vida de los muertos está en la memoria de los vivos». Con tantos amigos arqueólogos e historiadores tú nunca morirás, Beatriz, ahí estarán siempre otorgándote la vida que reside en la memoria: Esperanza, Lázaro, Antonio, Lourdes, Pedros, Pepi, Che, Manolos, Pepas de Arcos y otros lugares, Daniel... Siempre seguirás siendo nuestra compañera de viaje. Hasta luego, Beatriz.

rita benítez mota.