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UNA DE CADA TRES

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Una de cada tres personas nacidas en España, al margen de que su intención no haya sido esa antes de venir al mundo, asegura que gana 857 euros al mes. No sólo lo dice, sino que lo declara a Hacienda. ¿Ustedes se lo creen? Yo tampoco. Dejando a un lado, si es que cabe, la calumnia cierta de que la estadística se ha ganado un puesto entre las mentiras más competitivas, y aun admitiendo que los ricos de solemnidad tienen ahora un exquisito pudor, además de grandes facilidades para ocultar sus ganancias, no salen las cuentas. Tampoco consideramos que la economía sumergida lleve mucho tiempo salvándose del naufragio. Algo falla en los libros de 'Deber' y 'Haber' y es que no hay vergüenza cívica para decir la verdad.

Según la Agencia Tributaria, el sueldo medio en nuestro país es de 21.000 euros al año. Comparativamente no es que seamos unos potentados, pero tampoco formamos una tribu de menesterosos. Algunos engañan con las cuentas, al mismo tiempo que aumentan nuestro riesgo. Basta salir a la calle para percibir que el importe medio declarado por los contribuyentes está enemistado con la aritmética. Podemos ser una nación que huela a chamusquina por culpa de la torpeza de nuestros políticos y de los oligarcas financieros, pero todavía no somos una nación en llamas. El privilegio de las llamadas «nóminas privilegiadas» no llega a tanto como para ocultar sus ganancias. ¿Cómo se las han arreglado para que Hacienda recaude en 2009 1.000 millones de euros menos que en 2008? Lo que nos urge es una estadística fiable de embusteros. Nunca hemos sido deficitarios en ese aspecto. Más de una de cada tres personas nacidas en España miente. La mentira les hace libres de la pobreza, ya que no paga más quien gana más, sino el que más declara, sin presencia de sus abogados.