CARTAS A LA DIRECTORA

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Con motivo del centenario del poeta Miguel Hernández, que se celebra en este 2010, leí que Lorca hacía lo posible por evitar que aquél entrara en los círculos madrileños en los que se movía, pues no quería compartir un protagonismo del que se creía titular. Se ve que escribir bien y conocer el alma humana no te exime de ciertos errores, sino que hasta los puede potenciar. Por eso cobran mayor valor actitudes de grandes hombres que actúan como el más pequeño y humilde. En unas vacaciones en Lanzarote, un tanto osadamente, mis padres se acercaron hasta la casa de Saramago, con la intención de que les firmara un libro para mi tío, admirador confeso del luso. En aquel momento, el escritor se encontraba reunido pero, aun así, accedió a salir a la puerta de su casa, departir con mi madre unos minutos y, por supuesto, rubricar el ejemplar mencionado. Vuelta a casa, mi madre, que no acostumbra a hablar con premios Nobel, le agradeció el gesto por carta. Pocos días después, en casa se recibió un paquete desde Lanzarote con un tomo de 'Todos los nombres' dedicado por don José. Eso sí era categoría.