El presidente iraní, Ahmadineyad, observa sonriente a sus homólogos turco, Gül, y kazajo, Nazarbayev, antes de inaugurarse la conferencia de Estambul. :: EFE
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Irán se asoma a su aislamiento total

Teherán saca pecho en la conferencia de Estambul ante las sanciones de la ONU, pero no hay condena al asalto israelí

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Turquía intentó ayer salvar por todos los medios el acuerdo alcanzado con Irán y Brasil por el que Teherán se comprometió a enriquecer su uranio en suelo otomano para evitar las sanciones que previsiblemente adoptará hoy el Consejo de Seguridad de la ONU contra el régimen islámico. Sin embargo, el presidente persa, Mahmud Ahmadineyad, lejos de arrugarse por lo que le viene encima lanzó un ultimátum a Estados Unidos: no habrá otra oportunidad de negociación. Si el principal órgano de Naciones Unidas impone algún castigo al régimen de los ayatolás, será la última vez que Irán aceptará dialogar sobre su programa nuclear.

«La reunión de Teherán (en la que se alcanzó el acuerdo) dio una oportunidad a la Administración americana y a sus aliados, y aún esperamos que la tengan en cuenta», sentenció el presidente persa en rueda de prensa durante la Conferencia sobre Interacción y Medidas de Construcción de Confianza en Asia (CICA), que acogió a diecinueve participantes en la ciudad turca de Estambul. El dirigente fundamentalista agregó que «esta oportunidad no se repetirá». «Si Estados Unidos piensa que puede sacar el palo de las sanciones y luego sentarse a negociar con nosotros está muy equivocado», manifestó.

Según el convenio alcanzado en mayo, Teherán se comprometió a enviar a Turquía 1,2 toneladas de uranio enriquecido al 3,5%, para recuperar después 120 kilos al 20%, que utilizaría para alimentar un reactor nuclear con fines médicos, según Irán. El acuerdo enfureció a Estados Unidos, que considera que lo pactado no evita que la república islámica enriquezca uranio por su cuenta. Por eso, Washington ha convencido a Rusia y China para imponer una nueva tanda de sanciones al país persa.

El Consejo de Seguridad, que se reunirá hoy, «ha llegado prácticamente a un acuerdo» sobre las sanciones que se aplicarán, según reconoció ayer el primer ministro ruso, Vladímir Putin, otro de los asistentes a la cumbre. El castigo «no debe ser excesivo ni poner al pueblo iraní en una situación difícil, creando impedimentos para que desarrolle la energía nuclear de forma pacífica que proyecta», apuntó el número dos del Kremlin.

Sólo una censura

Turquía también pretendía que Israel recibiera una condena oficial de sus vecinos asiáticos por el asalto a la 'flotilla de la libertad'. Pero a pesar del empeño puesto por Ankara la falta de unanimidad hizo que la cumbre se limitase a censurar el sangriento abordaje al convoy con ayuda humanitaria para Gaza que se saldó con nueve ciudadanos otomanos muertos. El presidente turco, Abdulá Gül, aseguró sin embargo que todos los países presentes en la conferencia menos Israel condenaron la actuación del Ejército hebreo y pidieron a Tel Aviv que sume a la Agencia Internacional de la Energía Atómica para firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear. A pesar de que el Gobierno hebreo ha rechazado la propuesta de la ONU para que una comisión internacional investigue lo que sucedió la madrugada del 31 de mayo, cuando sus tropas asaltaron la flotilla, Ankara no ha cejado en su empeño de conseguir que Tel Aviv pague por las muertes de los ciudadanos turcos. Israel está aislado, dijo Gül, «y sufrirá las consecuencias de su error con Turquía».

Los virulentos ataques del Gobierno otomano contra el Ejecutivo judío, que le han granjeado apoyos entre muchos musulmanes de Oriente Próximo, empiezan a pasar factura al primer ministro Recep Tayyip Erdogan. Varios analistas occidentales se plantean ahora si Turquía puede seguir siendo un mediador objetivo en la región.

La reunión de ayer no estuvo falta de sobresaltos. A primera hora de la mañana, una bomba hizo explosión en el distrito de Kuçukçekmece en Estambul, que causó heridas a diecisiete personas. El artefacto, activado por control remoto, fue detonado al paso de un autobús en el que viajaban policías. Quince de ellos y dos viandantes resultaron afectados levemente. Nadie ha reivindicado, por ahora, la autoría del ataque.