Los niños juegan con Miguelín en el pabellón español. :: LA VOZ
Sociedad

Miguelín se viste de chino

El bebé gigante creado por Isabel Coixet para el pabellón de España en la Expo de Shanghai arrasa con su nueva vestimenta

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Miguelín, Xiaomi Baobao para los chinos, va camino de convertirse en el bebé más conocido del gigante asiático. Sus apariciones son acogidas siempre con una mezcla de asombro y ternura, y los visitantes de la Exposición Universal de Shanghai tienen entre sus principales objetivos hacerse una foto con este hiperrealista muñeco de expresiones controladas por ordenador y 6,5 metros de altura.

No importa que haya que hacer una cola de tres horas: la creación de Isabel Coixet es ya uno de los principales atractivos del Pabellón de España, cuya afluencia está siendo muy superior a la prevista en un principio. La semana pasada, una media de 38.000 personas diarias aguantaron estoicamente la larga espera para adentrarse en 'El Cesto'. Así, a las 14.25 horas del sábado pasado, mucho antes de lo esperado, Wang Mangsha, una niña de nueve años hija de emigrantes rurales, se convirtió en la visitante número un millón.

Se había levantado a las seis de la mañana para realizar, con ocho familiares, el viaje de dos horas entre la localidad de Jiaxing, en la vecina provincia de Zhejiang, de donde procede la mayoría de los emigrantes chinos en España, y Shanghai. La sorpresa de Wang fue mayúscula cuando María Tena, comisaria del pabellón, la agasajó con regalos y con un bono para que la familia 'un millón' cenara en el bar de tapas, aunque el presupuesto contemplaba un máximo de tres personas.

Pero Miguelín, del que la niña se quedó prendada, se guardó hasta ayer el golpe de efecto con el que celebró el éxito de visitantes. Y volvió a encandilar a todo el país. Aprovechando el Día Internacional del Niño, decidió hacerle un guiño, esta vez figurado y no mecánico, a la población más numerosa del planeta. Disfrazado de chino, ataviado con el babero tradicional de los bebés locales, llamado 'dudou', y tocado con un sombrero propio de dinastías pretéritas, se convirtió en una de las imágenes más repetidas en las televisiones chinas el día en que también se conmemoraba el primer mes desde la inauguración de la Expo.

En el metro de Shanghai, por ejemplo, su aparición era objeto de exclamaciones y risas afectuosas. Los más pequeños, con envidia mal disimulada, señalaban a los niños que pudieron plasmar ayer sus ideas sobre la ciudad del futuro con la ayuda de Miguelín, que proyecta estos 'sueños' en pantallas situadas en la sala que preside. Y un sueño hicieron realidad los estudiantes que aparecían en la pantalla, procedentes de las empobrecidas provincias de Gansu y Hunan: salir por primera vez de sus lugares de origen y visitar la gran ciudad.

España ha conseguido despertar el interés de la población china. Es uno de los principales objetivos que se ha marcado para tratar de reflotar la maltrecha industria del turismo, pero algunos empresarios critican que todavía no se proyecte la imagen de una España tecnológicamente avanzada, algo que lastra sus ventas. No conocen los complejos entresijos mecánicos y electrónicos que dan vida a Miguelín.