Haya al-Shatti, una de los 16 kuwaitíes de la flotilla, es recibida por un familiar al llegar a su país. :: EFE
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Turquía recibe indignada a los activistas del 'Mavi Marmara'

Erdogan advierte por teléfono a Obama de que Tel Aviv está a punto de perder al único aliado que tiene en Oriente Próximo

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«Tres personas murieron en mis brazos. No paraban de llegar heridos, pero no teníamos con qué tratarlos. Llegamos a usar cinta aislante para taponar la sangre». El diputado egipcio Hazem Faruk, dentista de formación, recuerda con angustia la larga noche a bordo del 'Mavi Marmara' y cómo pidieron por megafonía ayuda a los soldados israelíes para que se llevaran a los más graves. «No nos hicieron caso. Algunos de los que murieron se podían haber salvado», asegura el diputado de los Hermanos Musulmanes por teléfono ya desde su casa en El Cairo.

La mayor parte de los activistas de la 'flotilla de la libertad' regresaron ayer a sus países de origen tras ser liberados por las autoridades hebreas. Muchos de ellos lo hicieron a través de Turquía, de donde proceden más de la mitad de los casi setecientos participantes del convoy de ayuda humanitaria que intentó romper el bloqueo de Gaza, así como al menos cuatro de las nueve víctimas mortales y una veintena de heridos. A última hora de la tarde, cientos de familiares se agolpaban en el aeropuerto de Estambul para recibir a los seis aparatos fletados por el Gobierno de Ankara -tres civiles y tres aviones ambulancia-, en los que también viajaban los españoles Manuel Tapial, Laura Arau y David Segarra.

Desde la noche del martes, un goteo de expulsados ha ido llegando a territorio otomano. Algunos -la prensa de Reino Unido denuncia el caso de 42 británicos- fueron enviados por Israel a Estambul sin documentación ni dinero.

Aún conmocionados por el sangriento ataque, los pasajeros del 'Mavi Marmara' y de los otros dos barcos menores que completaban la flotilla ponen en entredicho la versión judía de que el convoy portaba armas. «Cuando salimos a cubierta, (los soldados) emergieron de helicópteros y barcos militares y nos atacaron. Se aproximaron a nuestro buque lanzando advertencias. Les dijimos que íbamos desarmados. Muestra única arma era el agua», contó Mutlu Tiryaki al diario turco 'Today's Zaman'.

«Un campo de batalla»

«La gente gritaba, y la cubierta se convirtió en un campo de batalla. Nos resbalábamos con la sangre de los heridos», asegura Faruk, uno de los primeros en regresar. «Nos sacaron del barco con las manos atadas y algunos, como yo mismo, en ropa interior. Nos metieron en una tienda de campaña llena de policías y soldados hasta que alguien llegó preguntando si había algún diputado entre los detenidos», rememora el miembro del Parlamento egipcio. Gracias a su cargo público, Faruk fue liberado inmediatamente y enviado a Eilat, donde pudo cruzar la frontera hasta Taba, ya en el Sinaí egipcio.

El Gobierno turco, que desde que se produjo el ataque al convoy humanitario ha ido tensando su discurso, exigió ayer que una comisión internacional investigue las muertes de los activistas.

Las relaciones entre Ankara y Tel Aviv penden ahora de un hilo. Ayer, en una conversación telefónica, el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, confesó a Barack Obama que Israel está a punto de perder el único aliado que tiene en Oriente Próximo. Erdogan aseguró al presidente estadounidense que el futuro estará determinado por lo que haga Israel en los próximos días. En esta misma línea, el ministro de Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, aseguró ayer en una rueda de prensa que las aguas podrían volver a su cauce si Israel pone fin al bloqueo de Gaza.