Sergio Rodríguez, la rica salsa canaria

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Si le quitaras su camiseta y el balón de baloncesto, Sergio Rodríguez pasaría por un filósofo antiguo o un bohemio de los que transitan las calles. ¿La culpa? su barba socrática y su cabello rizado. Pero cuando se calza las botas, se convierte en un mago del balón y en un jugador capaz de inventar jugadas inimaginables para la mayoría que le hacen un jugador especial, diferente y de esos que todos los entrenadores quieren tener en su equipo y no en el contrario. Y es que el Real Madrid juega y gana al ritmo que marca su base canario y quiere que también ocurra en la selección, donde la rivalidad es todavía más alta y el nivel sube algún escalón más.

Ahora es el foco de las miradas, el capricho de muchos de los mánagers de los equipos de la Euroliga y quién sabe si de la NBA. Pero la aventura americana, que le duró cuatro años con más sombras que luces, parece muy lejana aunque le sirvió para curtirse como jugador. Llegó a la NBA dispuesto a quebrar cinturas, servir decenas de canastas y enseñar un estilo reconocible que vive a la perfección en pleno desorden y que le hace convertirse en el rey del caos. En esas situaciones es donde sale el talento, el juego alegre y ofensivo del 'Chacho'. Esas son sus condiciones que le hacen ser odiado y querido por igual. Capaz de lo mejor y de lo peor en apenas unos segundos de diferencia. Pero siempre con magia.

Su retorno a España fue por la puerta grande. El Real Madrid parecía el mejor destino para el tinerfeño. Pero si en la NBA se topó con McMillan, en el Madrid fue con Messina. El italiano nunca creyó en su magia. La electricidad de Sergio Rodríguez no encajaba en la lentitud del juego abanderado por el técnico italiano. Le tocaba otra vez remar contra corriente. Entonces llegó una bocanada de aire fresco al Madrid y al juego del 'Chacho': Pablo Laso. El ahora cuestionado técnico madridista apostó por los Sergios (Rodríguez y Llull) para llevar el timón de su Madrid. Y no le defraudaron. El 'Chacho' mejoró, todavía más, en el manejo de balón, en la dirección del equipo y en el tiro -realizaba tandas diarias de 300 triples anotados hasta alcanzar una mecánica perfecta-.

En el verano de 2012 Sergio volvió a la Selección por méritos propios. Lo hacía cinco años después de jugar el Eurobasket 2007. El 'Chacho' contribuyó a la plata olímpica de los JJOO de Londres. Aquella medalla supuso el regreso por pleno derecho al círculo más selecto del baloncesto español, a un equipo ya legendario del que él, tras haber contribuido a su eclosión, se había visto desplazado. Quedaba la duda, sin embargo, de que aquel brillantísimo fogonazo se quedara sólo en eso, pero el 'Chacho' demostró que no y tras los Juegos su participación en el Madrid fue ganando galones. Aunque los títulos conseguidos no hayan sido los que merecía, tanto él como el equipo blanco, han devuelto la ilusión por un juego rápido, veloz, divertido, en el que importa más sumar que no encajar y en el que como dijo alguien una vez, cuando el 'Chacho' está en pista la pelota se divierte. Y España, además de ganar, necesita divertirse y divertir. Orenga ya lo sabe.