Polémica por el traslado de una capilla en la Complutense

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La clásica disputa en la universidad pública entre laicistas y defensores del culto religioso dentro la institución vive un nuevo episodio. El traslado de la capilla de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, previsto para este martes, ha sido la chispa que esta vez ha hecho estallar el conflicto. Durante la pasada madrugada varios alumnos de esta universidad se concentraron frente a la facultad para tratar de impedir lo que consideran «el desmantelamiento del oratorio».

Luis Otero, decano de la Facultad de Geografía e Historia y la persona responsable del traslado, asegura que la intención del decanato «no es clausurar la capilla», sino que se trata de una decisión «puramente práctica» con el fin de utilizar este espacio para «necesidades docentes». «Se pongan como se pongan, la capilla está infrautilizada», concluye Otero.

Este martes los representantes de MásLibres.org y HazteOir.org han hecho llegar unas 35.000 firmas al registro del Rectorado de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) como medida de protesta. La versión de los grupos que defienden la permanencia de las instalaciones religiosas en la universidad es completamente distinta. «Es un ataque a la libertad de culto, lo que hay detrás de todo esto es una campaña clara para suprimir las instalaciones religiosas de la universidad. Empiezan por Geografía e Historia y continuarán por el resto de facultades y universidades públicas que puedan controlar», afirma Miguel Vidal, portavoz de MasLibres.org.

Vidal explicaba que «esta universidad tiene cafetería, biblioteca, librería, repografía y una capilla, los alumnos puedan utilizar estos servicios o no». «¿Por qué tienen que cerrar precisamente la capilla?», se pregunta; «se trata de un espacio que está al servicio de los estudiantes». Además, critica el nuevo emplazamiento de la capilla, en una pequeña aula dentro de la facultad. «Esta ubicación es de unas dimensiones cinco veces inferiores que el despacho del decano, apenas cabe un altar, está en un pasillo sin salida, no tiene ventilación, no se encuentra fácilmente y se sitúa junto a los lavabos», explica Vidal. Por su parte, Ignacio Arsuaga, presidente de HazteOir.org, califica el traslado como un «ataque de los laicistas y anticlericales radicales, que quieren marginar la fe al ámbito privado».