Los jugadores macabeos celebran la canasta ganadora de Rice. / Afp

Los viejos fantasmas ahogan de nuevo al CSKA

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Para el CSKA las últimas Final Four de la Euroliga tienen mucho de sufrimiento, responsabilidad, angustia y padecimiento. Los millones invertidos para convertirse en campeón y la carga de ser la plantilla más cara del continente, unidos a la depresión en la que la entidad quedó sumida por el Olympiacos tras apartarle del título en las dos últimas campañas, hizo que Ettore Messina y los suyos llegaran a Milán con una losa de la que los jugadores del equipo moscovita tenían ganas de deshacerse.

Si la obsesión con los griegos desapareció en el momento en el que el Real Madrid les eliminó en cuartos, el hecho de que el sorteo le emparejara con el Maccabi, el rival ante el que los rusos sumaron los dos últimos de sus seis torneos europeos, parecía allanar el camino. Además, contaba a favor la estadística entre los dos técnicos, abrumadora para el italiano, que había ganado en las ocho ocasiones que se había enfrentado a David Blatt. Precisamente, el estadounidense suena como sustito de Messina en el banquillo del CSKA.

Pero los israelíes son un bloque intenso que, pese a no contar con el talento pasado que les llevó a dominar la máxima competición continental, llegaban a la ciudad lombarda con ganas de comerse el mundo. Salieron con la firme intención de correr y evitar el juego estático, que favorecía claramente a su rival. Kaun dio la razón a los temores macabeos, ya que el poste abusó de su poderío bajo los aros y sumó diez de los 12 primeros puntos de los de Moscú pese a los esfuerzos del Maccabi.

Blatt decidió dar entrada a Schortsanitis. Los kilos de ‘Big Sofo’ permitieron frenar la sangría interior de los de Tel Aviv que, sin embargo, no perdieron su estilo. Sus exteriores se lanzaban como balas a por la canasta contraria a la mínima ocasión y les permitían mantenerse en el choque, pese a que la iniciativa corría de parte de Teodosic y compañía.

Aunque la superioridad parecía evidente, el CSKA no acababa de romper el partido porque, cuando abría una mínima brecha en el marcador, el Maccabi volvía a acercarse gracias a los triples de Blu.

El rodillo controlado moscovita fue mellando poco a poco la resistencia de su adversario y le dio una ventaja de 15 puntos (55-40) cuando el tercer cuarto casi llegaba a su fin. Pero el Maccabi no se había rendido. Volvió a tirar de casta y de una afición entregada a la causa, puso un punto más de velocidad y despertó antiguos miedos en el banquillo contrario. Redujo a dos la diferencia cuando ya se había entrado en el último minuto. Y entonces surgió el hasta entonces desaparecido Sonny Weems con una jugada individual y una canasta que parecía decisiva. Los macabeos se agarraron a su fe y resucitaron con el quinto triple de Blu. Khryapa -el hombre más completo del CSKA- acabó por resucitar a los fantasmas pasados con una pérdida incomprensible que permitió al nuevo héroe israelí, Tyrese Rice, anotar la canasta ganadora que daba el paso a la final en un Mediolanum Forum que se transformó en La Mano de Elías, ante unos jugadores rusos que no se lo podían creer y para los que la Final Four de la Euroliga ya es la más grande de sus pesadillas.