Una mujer camina sobre un oleoducto en una zona del Delta del Níger. / AP

Nigeria, la doble cara del gigante africano

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El secuestro de niñas y las matanzas a cargo del grupo fundamentalista Boko Haram ha puesto en primera línea de la actualidad a Nigeria, justo cuando acaba de convertirse en la primera economía del continente. El gigante de África, con casi 170 millones de personas y una superficie algo menos que el doble de España, puede servir de paradigma de las luces y potencialidades de África, de sus miserias y debilidades dominantes en su entorno.

Tras una actualización y revisión de los cálculos estadísticos, el Producto Interior Bruto (PIB) nigeriano en 2013 se situó en los 510.000 millones de dólares, frente a los 262.000 millones de 2012, superando al sudafricano de ese mismo año, calculado en 384.000 millones. Los nuevos datos colocaron a Nigeria en el puesto 26 de las principales economías del mundo con un crecimiento previsto del 7%.

Lo más llamativo de este fuerte aumento es que el impulso no se ha debido al petróleo, la mayor fuente de ingresos, del que Nigeria es el primer productor de África y el 15º del mundo. Según el banco de inversión Renaissance Capital, el salto espectacular se ha dado en el sector servicios, que se ha triplicado. En particular, las principales aportaciones proceden de las telecomunicaciones --Internet y telefonía móvil--, con un 9%, frente a un 1% anterior, y de la irrupción del nuevo sector cinematográfico. ‘Nollywood’ (1,2 del PIB) se ha colocado como la tercera industria del cine del mundo tras Bollywood (India) y Hollywood (EE UU) con una producción de unas 2.000 películas al año. El fenómeno, con quince años de vida, ha sido posible gracias a la grabación con cámaras digitales, presupuestos mínimos, producción directa en formato DVD-video y venta a los consumidores por dos o tres dólares.

Frente a esta cara pujante basada en las nuevas tecnologías y el cine, emerge el lado turbio. La delincuencia organizada y la corrupción crecen de forma imparable. mientras dos focos de inestabilidad ponen al descubierto las incapacidades y carencias del Gobierno. Ahora ha sido noticia el grupo Boko Haram, que se hizo especialmente visible en el norte por sus enfrentamientos con el Ejército en 2009, pero en la punta sur del país, en el Delta del Níger, la región de mayor riqueza petrolera, existe otra rebelión armada de mayor peso y amplitud. La explotación del crudo ha alimentado los enfrentamientos entre diferentes milicias armadas de los grupos étnicos de la zona y el Gobierno central, dando lugar a una escalada de violencia y a periódicos secuestros de militares y personal de las multinacionales petrolíferas.

El convertirse en la primera potencia económica de África no ha supuesto cambio alguno para el 64% de los nigerianos que viven con menos de un dólar al día. El PIB de Nigeria ha superado al de Sudáfrica, pero no la renta por habitante en la que sigue habiendo una gran distancia todavía: 2.490 dólares frente a 7.352, en cifras de 2012.

Pese a estos lastres y carencias, el país mantiene su crecimiento y su poder de captación de la inversión exterior. Sus recursos y potencial de riqueza siguen siendo atractivos a la espera de que un Gobierno organizado y solvente sea capaz de aportar estabilidad y seguridad, a la vez que sofocar los dos incendios armados que pueden dar al traste con su innegable dinamismo.