Combatientes suníes toman posiciones en Faluya. / Mohammed Jalil (Efe)
OFENSIVA

Maliki llama al pueblo de Faluya a «echar a los terroristas»

El Ejército avanza en Ramadi pero retrocede en esta ciudad situada a 50 kilómetros de Bagdad

MADRID Actualizado: Guardar
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El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, ha instado a los habitantes de Faluya, en la provincia occidental de Al Anbar, a "echar a los terroristas de su ciudad" para evitar una intervención militar, según el canal oficial Iraqiya.

"El primer ministro llamó a los vecinos de Faluya a echar a los terroristas para que sus barrios no corran el peligro de enfrentamientos armados", ha señalado la cadena estatal de televisión. Según la emisora, Maliki ha ordenado a las fuerzas del Ejército iraquí que "no lancen ofensivas sobre barrios residenciales en Faluya", que se encuentra 50 kilómetros al oeste de Bagdad.

Mientras, el Ministerio iraquí de Defensa ha emitido un comunicado en el que niega rotundamente que haya reunido fuerzas en torno a Faluya para tratar de irrumpir en la ciudad y desmiente que las fuerzas iraquíes tengan la intención de asaltarla.

El Ejército de Irak y las fuerzas tribales aliadas han ganado terreno en la ciudad de Ramadi, capital de la provincia iraquí de Al Anbar, ante el avance de los combatientes del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL), pero han retrocedido en Faluya, donde los milicianos islamistas vinculados a Al-Qaida se mantienen fuertes en sus posiciones.

El Ejército iraquí ha ejecutado una ofensiva aérea sobre Ramadi, próxima a la frontera con Siria, durante la noche del domingo para tratar de forzar el repliegue del ISIL, según ha informado el diario británico 'The Guardian'.

En Ramadi, donde se produjeron los bombardeos más intensos de la jornada, las fuerzas militares y de las tribus locales han conseguido avances, según fuentes tribales y de las fuerzas de seguridad citadas por el periódico estadounidense 'The New York Times'. Como resultado, han muerto 35 insurgentes y decenas de civiles, según la cadena estatal.

No obstante, el ISIL parece mantener el control sobre gran parte de Faluya, tomada que tomó el viernes, después de que algunos combatientes tribales desertaran y cambiaran al bando de los milicianos islamistas, de acuerdo con estas mismas fuentes.

Divisiones

Los enfrentamientos armados se concentran en las afueras de la ciudad, donde la situación reviste más peligrosidad para Bagdad debido a la compleja red de apoyos tejidos entre las diversas tribus locales y el Gobierno iraquí. Mientras que unos se han unido a las fuerzas de seguridad y al Ejército iraquí para repeler el avance del ISIL, otros milicianos tribales, como muchos otros, han decidido colaborar con los insurgentes pese a la poca simpatía que gozan los combatientes afines a Al-Qaida en la zona para luchar contra el Ejecutivo.

La comunidad suní de la provincia de Al Anbar ha acusado al Gobierno del primer ministro chií de discriminarles. El repunte de las tensiones se produjo hace una semana, con la detención violenta de un diputado suní y uno de los líderes de las manifestaciones opositoras, y el desalojo de un campamento de protesta erigido el pasado lunes.

Ramadi y Faluya se han convertido en los epicentros de estas tensiones políticas que, en los últimos días, han degenerado en protestas violentas y enfrentamientos. Sin embargo, desde hace meses, en la zona comenzaron a germinar bases del ISIL, pero Bagdad carecía de medios para aplacar dicho avance.

El Gobierno prepara una gran operación

Ahora, el Gobierno iraquí parece dispuesto a ejecutar una gran ofensiva contra los milicianos ligados a Al-Qaida para recobrar el control absoluto de éstas dos ciudades que, en el caso de Faluya, se encuentra a apenas 70 kilómetros de la capital.

El Ejército iraquí está desplazando a Faluya armas avanzadas que Estados Unidos suministró a Irak el pasado mes a petición de Al Maliki, que ha intentado trazar alianzas con las tribus locales, cuyo apoyo está dividido entre el ISIL y el Gobierno, según 'The Guardian'. Entre otros movimientos, las autoridades de Al Anbar han desplegado varios contingentes en las fronteras iraquíes con Siria y Jordania para evitar que continúe el flujo de entrada de milicianos islamistas a la provincia.

Reunión tribal

Por su parte, los líderes tribales y los clérigos de Faluya se reunieron el domingo a última hora para trazar un plan para garantizar la seguridad en las zonas donde han recuperado el control. En la reunión, acordaron el despliegue de patrullas conformadas por fuerzas tribales y policiales, y que los soldados iraquíes se mantengan en sus bases, apostadas a las afueras de la ciudad, y no entren en la ciudad.

Este último aspecto permaneció en vigor hasta hace ocho meses, cuando ambos colectivos lo revocaron ante el rebrote de la violencia. El Ejército solo entrará en la ciudad si es estrictamente necesario y a petición del gobierno local de Faluya, según informa la agencia estatal de noticias iraquí, NINA.

Ayuda humanitaria

Por último, la ONG Media Luna iraquí enviará ayuda humanitaria, principalmente comida y material sanitario, para la población civil de las áreas más golpeadas por los combates en los últimos días entre el Ejército, las fuerzas tribales y el ISIL, según ha anunciado el vicesecretario general de la organización, Mohamed al Jozai, en un comunicado. "Hay ayuda adicional que puede ser transferida a Al Anbar cuando sea necesario, tanto ayuda alimentaria como sanitaria", afirma Al Jozai, según Al Iraquiya.

La salida de las tropas estadounidenses del país y el conflicto en Siria, con fuertes connotaciones sectarias, ha exacerbado las tensiones entre la comunidad suní y el Ejecutivo del primer ministro chií, que tienen como puntos de fricción un sistema judicial que discrimina sistemáticamente a los suníes y la exclusión de esta comunidad de los altos cargos de la Administración iraquí. No en vano, los enfrentamientos violentos con tintes sectarios entre la minoría suní y la dominante comunidad chií ya eran una tónica habitual, reminiscencia de los años de guerra en Irak tras la ocupación estadounidense -especialmente entre los años 2006 y 2007-. Los levantamientos populares contra el Gobierno, asimismo, encontraron su germen en la ola de levantamientos de 2011 en Oriente Próximo y el norte de África, conocida como la 'Primavera Arabe', que empujó a los suníes a revelarse pacíficamente contra Al Maliki.