Kutaro y Picarina, en plena batalla con la muerte. / Sony
VIDEOJUEGOS | Análisis

'Puppeteer', el último gran plataformas de PlayStation 3

Original y cuidado hasta el más mínimo detalle, el título de Gavin Moore destaca por unas mecánicas magníficas y una puesta en escena sorprendente

MADRID Actualizado: Guardar
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A veces son los detalles los que marcan la diferencia entre una obra maestra y un buen juego. Desde luego 'Puppeteer' está lleno de ellos y, sin duda, eso es lo que lo hace tan especial. Sony Japan Studio ha dado vida un título de plataformas que ya desde la puesta en escena se aleja de los cánones habituales en el género. Un telón de color rojo vivo echado, el murmullo del público, los músicos apurando la afinación de sus los instrumentos y la voz de un narrador que indica que la obra va a comenzar. Así se presenta el menú del juego, una pantalla que el título jamás abandonará y que configurará el resto de la obra.

Porque sí, somos los protagonistas de una obra de teatro de marionetas y el juego nos lo estará recordando constantemente, ya sea con los ingeniosos comentarios del narrador -"Toda fantasía seria necesita jinetes de mariposas", dice en uno de los muchos momentos en los que arranca una sonrisa al jugador-, de los personajes o del público que vitorea cada acierto, llora cada desatino y se indigna con el malo malísimo. Aquí el villano es el rey Oso Luna, un peluche con mil y una costuras que ha devorado el alma de muchísimos niños de la tierra y, en concreto, la de nuestro protagonista, Kutaro, un chico al que le ha convertido en una marioneta y le ha arrancado la cabeza.

No hay mal que por bien no venga: a lo largo de la aventura iremos encontrando cabezas y recopilándolas de tres en tres -hay cientos de ellas-. Funcionan como las tres vidas que son ya tradición en el género pero en 'Puppeteer' cuando te dan un toque pierdes la cabeza y tienes unos pocos segundos para recuperarla. En el caso de que no lo consigas, la segunda cabeza pasará a colocarse sobre tus hombros y así hasta que pierdas las tres, que deberás empezar desde el último punto de control. El objetivo de Kutaro será devolver todas las almas robadas a la tierra y acabar con el rey Oso Luna.

Durante la aventura le acompañará un personaje volador que se maneja con el stick derecho cuyo cometido es descubrir secretos ocultos entre los mecanismos que se esconden entre bambalinas -los escenarios surgen de falsos fondos y del foso, como sucedería en un teatro- y, si se escoge la opción de dos jugadores -en este caso se puede optar por manejarlo con el mando PlayStation Move-, y ayudar a Kutaro eliminando trampas y aturdiendo enemigos.

Bendita mecánica

La parte fundamental en un juego de plataformas es el salto. Y lo cierto es que pese a su parecido gráfico con 'Little Big Planet' -personajes, animaciones y escenarios son realmente deliciosos-, el impulso de Kutaro es más rápido, menos volátil y que deja menos espacio para las físicas, algo que se agradece. En definitiva, Kutaro salta más al estilo Mario que al estilo Sackboy.

No tendrá que pasar mucho tiempo para que el jugador descubra la herramienta determinante del título y la que distingue este juego de otros plataformas: Calibrus. Se trata de unas tijeras con las que Kutaro puede acabar con sus enemigos y cortar todo tipo de telas, maderas y papel. Este último punto es importante porque a medida que se encuentre estos elementos, nuestro avatar podrá mantenerse en el aire cortándolos. De esta forma, Kutaro es capaz de surcar el cielo cortando nubes y sortear abismos imposibles.

Pero este jovenzuelo tiene muchas más habilidades. Y las irá aprendiendo a medida que la aventura avance. A saber, agacharse, lanzar bombas, golpear el suelo bruscamente -ideal para hallar rincones secretos-, dar volteretas para esquivar golpes, usar un escudo mágico y mover algunos elementos de la pantalla con un gancho. Además, cada cabeza tiene un movimiento especial que sirve para acceder a determinados extras o nuevas fases -el núcleo del juego son 21-. En este sentido, el punto negativo es que si pierdes la cabeza indicada para abrir una nueva fase, tendrás que volver a retomar el nivel entero y llegar con ella intacta.

Un sinfín de escenarios

Aseguró en su día Gavin Moore, el director de 'Puppeteer', que su idea era hacer un juego en el que todo cambiara constantemente. Y es cierto. En torno a todas esas mecánicas se configura un juego muy variado que solo en los dos o tres últimos niveles, cuando el título ya ha desplegado todo lo que tenía, llega a cansar un poco. Kutaro no solo tiene que avanzar de izquierda a derecha o al reves. También tiene que ascender por intrincados enclaves ayudado por sus épicas tijeras, echar carreras en una perspectiva casi cenital sobre tapices -presiona el botón cuadrado tan rápido como puedas, evita trampas saltando con la x y elige el rumbo con el stick- o saltar a lomos de un caballo para lograr ganar a un tren -en estos niveles deberemos únicamente saltar y agacharnos ya que la acción discurrirá de forma automática-.

En el caso de los escenarios tampoco se queda corto el juego. Kutaro tendrá que sortear peligros en un castillo decrépito, un barco pirata una ciudad mexicana, un enclave sacado de 'Pesadilla antes de navidad', el salvaje oeste y una recreación muy particular de 'Alicia en el país de las Maravillas', entre otros niveles. Y no está exento de guiños a otros juegos como 'Nebulus', 'Donkey Kong' y 'God of War'. En este último caso el homenaje se produce cuando debemos recorrer la enorme 'espalda' de una serpiente gigantesca, muy al estilo de los personajes mitológicos a los que debe dar muerte Kratos. En un momento, nuestra compañera, cansada, se pregunta: "¿Pero cuándo vamos a llegar a la cabeza de la serpiente?". El guiño a 'God of War' no acaba ahí puesto que Kutaro, además de usar todas sus habilidades con los jefes finales, dará pasaporte a los mismos con un sencillo Quicktime Event.

Todos estos detalles, junto a una banda sonora maravillosa -hasta dos números musicales tiene-, son los que hacen a 'Puppeteer' uno de los juegos de plataformas más especiales de PlayStation 3. Con una puesta en escena realmente maravillosa y cuidada al máximo -el doblaje es único-, el título de Gavin Moore es original y lo suficientemente difícil como para suponer un reto a los jugadores más avezados -aún así es difícil perder todas las vidas-. Ojalá los futuros plataformas se fijen en sus aciertos.