historias del deporte

Cuando no existen imposibles

Chris Wright, base de los Iowa Energy, ha hecho realidad su sueño y firma por los Dallas Mavericks para convertirse en el primer jugador en la historia que llega a la NBA con esclerosis múltiple

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Muchas de las historias que llegan de la NBA hablan de vidas difíciles en la infancia y caminos de espinas hasta llegar a la mejor competición de baloncesto del mundo. Para Chris Wright (EEUU, 1989) su salto a la élite será un golpe de esperanza para millones de personas. Una historia de superación y un ejemplo a seguir. Y es que el joven base de la prestigiosa Universidad de Georgetown (la misma de Derrick Rose) ha hecho realidad su sueño y firmará por los Dallas Mavericks un contrato de diez días para convertirse en el primer jugador en la historia que llega a la NBA con esclerosis múltiple.

Lo que empezó como un simple resbalón en un entrenamiento con el modesto Olin Edirne de Turquía terminó siendo una pesadilla. Chris Wright había echo miles de veces aquellas carreras por la cancha, sin embargo aquel día las sensaciones no fueron las mismas. Su pie izquierdo le falló y le hizo perder el equilibrio. No le dio demasiada importancia. Unas horas después perdió la sensibilidad en la mano, el brazo y toda la pierna derecha. Consultó con un médico y regresó a Estados Unidos sin entender muy bien su diagnóstico. «Ni siquiera sabía qué era eso. La primera vez que me hablaron de la esclerosis múltiple fue como: 'Vale, ok', ¿y qué tengo que hacer para recuperarme?», recuerda Wright en una entrevista para el 'Usa Today'.

Los médicos le decían que estaba ante el final de su prometedora carrera. Él no quería rendirse pero las puertas se le iban cerrando en Europa. Leyó varios artículos que no le ayudaron demasiado y estuvo a punto de tirar la toalla. «Todos me decían que lo sentían. Hay muchas cosas negativas alrededor de esta enfermedad y todos se ponían en lo peor», afirma Wright. No obstante sus planes volvieron a dar un giro importante. En agosto de 2012, el manager general de los Iowa Energy (equipo de la Liga D-League) se interesó por él sin conocer cómo la enfermedad podía afectar a un deportista profesional.

La creencia más generalizada es que las personas que sufren esclerosis múltiple no tienen ninguna posibilidad de volver a hacer deporte, ni siquiera a nivel aficionado, y muchos la asocian con una enfermedad terminal. Sin embargo, ni Wright ni su entorno estaban dispuestos a tirar la toalla. «No sólo quiero jugar al baloncesto. Quiero demostrar que se puede hacer al primer nivel», declaró tras firmar por los Energy. Su tezón y perseverancia le hicieron ganarse un puesto en el equipo, donde ha tenido números atractivos de 15.5 puntos, 4.3 rebotes y 7.1 asistencias por partido. Wright debe vigilar su dieta y visitar el hospital una vez al mes para que el tratamiento le sea inyectado. Más allá de estos nuevos hábitos, aclara que su vida no se ha visto afectada. Tampoco su carrera. Aunque con algunos obstáculos inesperados completará su camino hasta la NBA y podrá cumplir su sueño, aunque sea con un contrato de diez días.

Su siguiente reto será hacerse un hueco en la competición. Algo muy complicado pero no mayor que el que sostiene. «Me recuerdo constantemente que debo disfrutar de cada minuto porque en algún momento la pelota va a dejar de botar. Y a veces más pronto de lo que querrías».