ANÁLISIS

La 'batalla Hagel'

Su aceptación por el Senado ha suscitado una amarga confrontación que lo ha convertido en una prueba de la polarización en auge en los EE UU

MADRID Actualizado: Guardar
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Finalmente, y en condiciones por completo inhabituales, Charles ('Chuck') Timothy Hagel, fue confirmado por el Senado como el próximo Secretario de Defensa del gobierno norteamericano. Escogido cuidadosamente por el presidente Obama hace seis semanas, su preceptiva aceptación por el Senado ha suscitado lo que los medios han descrito como una amarga confrontación que lo ha convertido en un asunto de interés político general y una prueba de la polarización en auge en los Estados Unidos.

Chuck Hagel es republicano (y fue senador por Nebraska en tres legislaturas), pero siempre y desde luego desde que en 2009 dejó el escaño, dio pruebas de una independencia de criterio que le situó como un crítico acerbo de la política exterior y de seguridad de los gobiernos de George Bush. Estaba en el Senado cuando a finales de 2002 se autorizó al presidente a recurrir eventualmente a medios militares contra Saddam Hussein, y votó, como casi todos, a favor, pero inmediatamente, visto lo visto en Iraq, se convirtió en un crítico implacable de tal política.

Ya había dado un par de muestras de independencia (o indisciplina, como se prefiera) cuando rehusó votar las primeras sanciones a Irán por su programa nuclear y pidió negociar, no castigar y, sobre todo, cuando criticó la influencia excesiva según él de lo que llamó el lobby judío (no 'israelí') lo que le estigmatizó como un pretendido antisemita. Impávido y correoso en su defensa, no vaciló en decir que él era un senador de los Estados Unidos, no de Israel (…) y hacía lo que creía mejor atendiendo al interés nacional norteamericano.

La decisión de Obama

A sabiendas de que todo esto ocurriría hay que sopesar la decisión del presidente al escogerle. Sin duda fue deliberada y a sabiendas de que suscitaría polémica, aunque no una hostilidad tan fuerte y duradera, muy en el estilo de un Obama confortado con su victoria sobre Romney en noviembre y desinhibido como siempre ocurre en el segundo periodo cuando puede correr el riesgo de equivocarse porque no puede buscar la reelección.

La Casa Blanca ha dejado hacer y ve lo sucedido como la prueba de que el partido republicano tiene en su seno un ala ultraconservadora que para combatir al detestado presidente viola la regla no escrita, pero seguida siempre, de que el jefe del Estado, comandante en jefe además, puede nombrar a quien desee para dirigir el Pentágono y es poco razonable discutirlo como nunca se ha hecho y con argumentos que incluso han sido un intento de desarbolar personalmente al candidato.

Esto es exacto en la conducta de dos senadores ultras, Ted Cruz (Texas) y James Inhofe (Oklahoma), que llegaron a interrogarse, por ejemplo, sobre si ciertas sumas recibidas por el aspirante por conferencias políticas procedían de Arabia Saudí o de Corea del Norte (…) o si se sentirá cómodo con Estados terroristas (en alusión a Irán, donde se juzgó su eventual nombramiento como prometedor). La mayoría republicana, encabezada por John McCain, sin discutir la idoneidad de Hagel, criticó estos criterios y se aplicó con poco éxito a impedir lo que era un obvio castigo puramente político y un intento de prolongar sine die los debates de confirmación, exigir mayorías cualificadas o, eventualmente, hacerle tirar la toalla.

El presupuesto militar

Es verdad, en cambio, que Chuck Hagel está, como dijo una senadora republicana, out of the mainstream (fuera del consenso central, la "corriente principal") en política exterior. Su eventual independencia respecto a las exigencias de Israel o su explícita preferencia por los procedimientos políticos y de negociación sobre los militares le han dejado fuera de tal consenso… aunque Hagel haya votado varias veces cruciales decisiones de asistencia militar a Israel sin pestañear y crea que su seguridad es prioritaria y un irrompible compromiso para Washington.

Pero es probable que, como el presidente Obama, crea que lo mejor para Israel sería evacuar la tierra palestina ocupada y acomodarse con un Estado palestino desde las fronteras de 1967, que también es otro "consenso", aunque internacional. En este orden es útil recordar que la confirmación del senador John Kerry, que estará a cargo de ese dossier como nuevo Secretario de Estado, no suscitó el menor problema y pasó con la rapidez de costumbre… cuando es un hecho que Kerry también está en la misma onda.

Algunas voces del periodismo alternativo han sugerido que tal vez hay mucho más que posiciones políticas y criterios morales en la cruda oposición senatorial a Hagel. Se sabe que él deberá aplicar el severo recorte del gasto militar en preparación y que es una obligación del propio Obama en su promesa de afrontar la reducción del déficit, pero ha crecido mucho la preocupación en la impresionante industria militar, que habría preferido en el Pentágono otro carácter, alguien más cercano a una tradición que descansa sobre el axioma de que los Estados Unidos deben seguir siendo la primera potencia militar del mundo… a cualquier precio político y puramente dinerario, en dólares.