TENIS

Una mera cuestión de tiempo

Rafa Nadal demostró en su primer torneo del año que aunque le faltan ritmo y partidos, puede volver a ser el de antes más pronto que tarde

MADRID Actualizado: Guardar
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«Juego con lo que tengo y hoy no tengo más». Rafa Nadal , un perfecto conocedor de las sensaciones y los momentos decisivos de las finales, resumió así la final que perdió en Viña del Mar ante el argentino Zaballos. Un torneo que, pese a esa sorprendente derrota, ha demostrado que al de Manacor no se le ha olvidado competir y ha confirmado que la vuelta del mejor Nadal solo es una cuestión de tiempo. Quizá había muchos aficionados que esperaban que el manacorense arrasase en Chile como ha venido haciendo en tierra batida desde hace ocho años. Pero Nadal es humano.

Pese a que la palabra victoria va en sus genes, el balear está muy lejos de su mejor nivel y de un estado de físico óptimo. Cuando ese momento llegue aspirará a cotas mayores. En la final de Viña del Mar demostró que ha notado la falta de competición durante más de siete meses, una ausencia de competición que le ha llevado a tener falta de ritmo y a estar más débil de lo normal en su tren inferior. «Me falta velocidad de reacción, me falta energía y potencia en las piernas para poder alargar más las pelotas, cosas que he tenido durante toda mi carrera», explica Nadal .

Todo ello se consigue simplemente con el paso de las semanas y de los partidos. Por ello, si enumeramos los motivos de satisfacción para Rafa Nadal , hay que destacar que el balear, a años luz de su mejor nivel, ha demostrado una vez más ser un auténtico animal competitivo. «Me he sentido genial en la pista, no puedo pedir nada más. Mi objetivo es intentar jugar mejor y mejor cada día», argumentaba el de Manacor antes de la final en Chile.

Sus piernas caminan más despacio, más pesadas y con menos explosividad de lo habitual. Su juego de fondo, lastrado por su deficitario estado de forma, no destroza a sus rivales sobre arcilla como suele hacer. Nada que no sea normal; nada que no sea mejorable con el transcurso de los torneos. Él mismo tiene claro sus prioridades, que no pasaban por alzarse con el trofeo chileno: «Seguir mejorando mis sensaciones en la pista».

Atrás quedan ya siete meses de lesiones con una rotura parcial de ligamento rotuliano y la enfermedad de Hoffa en la rodilla izquierda. «Hace unas semanas no sabíamos cómo iba a responder el cuerpo o la rodilla en general», comentaba satisfecho el de Manacor. Pese a esa mejoría, el siete veces campeón de Roland Garros deja claro que quiere ir con cautela: «Hay días en que la rodilla está mejor, hay días en que está peor, y eso afecta a mi rendimiento», añade. Esos mensajes negativos que le envía la rodilla de vez en cuando son su principal preocupación.

A partir de ahora, el camino de Nadal hasta Roland Garros tiene varias paradas importantes. La primera, el torneo de Sao Paulo. Allí puede reivindicarse y proseguir su mejoría. Allí se puede encontrar a algún Zeballos, es decir, a algún tenista que sepa que haciendo el partido de su vida ahora sí puede tener alguna opción con uno de los más grandes de la historia sobre tierra batida. De momento, su debut se producirá en segunda ronda porque está exento de disputar la primera. Este martes, a las 23:30 horas (hora peninsular española) juega su primer partido en el cuadro de dobles junto a David Nalbandian.

Allí, en el torneo brasileño, donde Josep Perlas -excapitán de la Copa Davis- confiesa que «las pistas están en pésimas condiciones y las bolas son de supermercado», esperan al exnúmero uno con los brazos abiertos. Allí, en pleno Carnaval, están deseosos por ver su tic previo al saque para ajustarse el pantalón, su maniática colocación de las botellas de agua y de los calcetines, esa derecha con un efecto que carga el diablo o el puño reluciendo tras conseguir un gran punto. Nadal ya está de vuelta. Es una mera cuestión de tiempo que vuelva a su mejor nivel. Y esto no ha hecho más que volver a empezar.