Peces-Barba, en una imagen de archivo.
opinión

Socialista, político y profesor

Peces Barba fue un político competente, dedicado modélicamente a su menester de representación en el sistema político español

CATEDRÁTICO DERECHO CONSTITUCIONAL UAM Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Gregorio Peces Barba era hombre de convicciones firmes, lo que constituye un elogio algo infrecuente en la época de acomodaciones y debilidad intelectual en que vivimos. Fue en primer lugar un socialista, comprometido en la lucha por la igualdad en España, sin desmayo ni disimulo de manera que su ideario se camuflase en el papel de celofán del progresismo o de causas fuera de la tradición, más bien pablista, de su partido. Sabía bien de donde venía, pues se lo había enseñado en su propia familia su padre, esto es, el mundo de los Julián Besteiro o Fernado de los Ríos, los hombres que intentaron la juntura entre el liberalismo de la ilustración y el compromiso con los ideales transformadores de la Segunda República.

Peces Barba fue un político competente, dedicado modélicamente a su menester de representación en el sistema político español, como presidente del Congreso. Hizo más que nadie por aportar decoro y relieve institucional a nuestra vida parlamentaria. Puso así en marcha, desde un sitio decisivo, la forma de gobierno que se había establecido en la Constitución española, en la que son visibles tantas huellas de Peces Barba. La Constitución no es una suma de preceptos colocados en la cabeza del sistema jurídico del Estado. La Constitución consiste en un puñado de decisiones que definen el marco de la vida política de la Nación. Esas decisiones que determinan el terreno de juego político, y que apuntan a la configuración de acuerdo con determinados valores de la vida futura común fueron formuladas con extraordinario tino por la generación del 78: España como estado social, como orden fundamentado en la dignidad de la persona y garante de los derechos fundamentales, como sistema territorialmente descentralizado y cuya forma de gobierno es la parlamentaria. Sin lugar a dudas nuestra Constitución no sería lo que es sin la labor -entre otros, pero de manera muy especial-, de Gregorio Peces Barba, que en el momento constituyente puso a prueba su talento jurídico, pero también otras características suyas como la bonhomía o el tesón.

Por último, pero no en último lugar, Gregorio Peces fue profesor. Dotado de brillantez expositiva nada común, creía que la actuación política debía partir siempre del venero de la razón aplicada, de las luces. Fue ciertamente maestro en su cátedra, con una atención especial al estudio de los derechos fundamentales. Pero su aportación más importante es la creación de la Universidad Carlos III, verdadera hechura suya. Si, como decía Cervantes, cada uno es hijo de sus obras, esta Universidad será el testimonio más alto del hombre que se acaba de ir.