Tim O’Reilly, a través de su inseparable teléfono móvil con conexión a Internet. / Jose Ramón Ladra
NUEVAS TECNOLOGÍAS

«La piratería básicamente no existe»

Tim O’Reilly, creador del término Web 2.0, alerta de lo dañino de la regulación de Internet por parte de los Gobiernos

MADRID Actualizado: Guardar
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Cuando Tim O’Reilly (Cork, 1954) lanzó en 1992 el primer libro que hablaba de Internet, apenas existían 200 sitios ‘on line’. Eran islotes inconexos, un raquítico archipiélago que se acabó convirtiendo años más tarde –burbuja ‘puntocom’ de por medio– en un universo que hoy conocemos como Web 2.0, un concepto que él mismo puso sobre el tablero tecnológico en 2004. Lo hizo para explicar el cambio que sufría Internet, que surgía como un espacio autónomo al ordenador, una nueva plataforma en la que los usuarios iban a ser los que aportaban y compartían el contenido, cuyo punto de ebullición ha llegado de la mano de fenómenos como Facebook o Twitter. O’Reilly, una voz muy respetada por los internautas, habló ayer de ello largo y tendido durante la inauguración de Ficod, el Foro Internacional de Contenidos Digitales que se celebra en Madrid.

«Internet es un medio que crea oportunidades de negocio y de desarrollo social, pero hay que protegerlo de aquello que puede impedir que siga creciendo», advierte. Sus palabras podrían interpretarse como un alegato sobre la necesidad de regulación de la Red. Nada más lejos. Rechaza frontalmente iniciativas como la ley ‘SOPA’ –la versión 'yankie' de la norma auspiciada por González Sinde contra la piratería en España– porque no garantizan un Internet libre y «pueden impedir que siga creciendo». Para él, este ordenamiento jurídico beneficia a aquellos que «no supieron adaptarse» a los retos que planteaba la nueva realidad y que ahora quieren proteger un modelo antiguo.

Licenciado cum laude en Literatura Clásica por la Universidad de Harvard en 1975 y fundador de O’Reilly Media (una de las editoriales de libros de informática más importantes del mundo), este prestigioso empresario ha sido un férreo defensor del ‘Open Source’ (el código abierto) y las licencias de libre distribución. Por ello, sugiere que no hace falta rediseñar los derechos de autor para adaptarlos al comercio digital. Y entonces ¿qué ocurre con la piratería? «Básicamente no existe. Ocurre porque la gente está asustada. Siempre se han conseguido copias gratis. Si alguien consigue crear y lo ofrece a un precio razonable, siempre va a tener alguien que se lo compre», afirma rotundo.

Desde que le puso el apellido 2.0 a Internet, la realidad digital ha cambiado mucho y no son pocos los que se preguntan cómo será su próxima mutación. «Muchos me dicen que la Web 3.0 será semántica. Yo no lo creo. Pienso que será sensorial, que a partir de ahora veremos la combinación de teléfonos inteligentes, cargados de sensores que recopilan datos de su entorno y los usuarios», argumenta. «Los datos serán más importantes que los algoritmos», sostiene. Una metamorfosis que viene impulsada por la constante conectividad de millones de personas.

La privacidad

«Desde un punto de vista técnico, la privacidad ha muerto. Estamos todos controlados. Es como cuando a un espía le ponían un chip en el coche para seguirlo. Pero en realidad, nosotros pagamos por un dispositivo con el que se nos hace un seguimiento», afirma mientras agita en su mano su ‘smartphone’. «Hay que poner el énfasis en que lo ilegal no es la posesión de esa información, sino su mal uso», subraya.

Una avalancha de información que en muchos casos procede de las redes sociales, que crean «un cerebro colectivo» que permite «sacar provecho» del bagaje de los demás. O´Reilly insiste en que más que para la autopromoción deben ser usadas para la difusión de estos conocimientos, con el objetivo de contribuir a la creación de una comunidad.

Su sosegado tono contrasta con el vertiginoso desarrollo que intenta explicar. Con la tecnología creciendo e innovando a pasos agigantados, muchas empresas, como las editoriales de libros, se enfrentan a una encrucijada empresarial. «Creo que ninguna tecnología desaparecerá. Lo que tengo claro es que el contenido digital va a ser el dominante. Quizás en tres o cinco años. Pero en eso va a tener mucho que decir la distribución», añade. «Lo mejor que pueden hacer los medios analógicos es volverse digitales. Si se fijan en el trabajo que hacen pueden convertirlo en un nuevo medio y hacerlo mejor».