drogas

El perenne fantasma de la heroína

Pese a que su consumo está controlado, los expertos piden no bajar la guardia

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

¿Está controlado el consumo de heroína en España? Aunque los especialistas insisten una y otra vez en el mensaje de no bajar la guardia ante una de las drogas más letales que se conocen, lo cierto es que las estadísticas señalan el descenso del consumo de este derivado del opio, que en las décadas de los 80 y 90 dejó para el recuerdo las imágenes de 'yonkis' tirados por el suelo o de jóvenes hallados muertos con una jeringuilla aún pinchada en su brazo. Y es que en los últimos 35 años ha causado miles de víctimas por sobredosis y unas 65.000 personas han adquirido el VIH al inyectarse.

Según las cifras del Ministerio de Sanidad, el número de adictos a la heroína llegó a su cota máxima a principios de los años 90, con más de 150.000 consumidores en España. Hoy día, los cálculos apuntan que este número se ha reducido a cerca de 84.000, muchos sometidos a algún tipo de control o tratamiento. Las últimas encuestas indican que el 0,8% de la población de 15 a 64 años ha probado esta sustancia alguna vez en la vida y el 0,1% la ha consumido en los últimos 12 meses. En 1985, la heroína era responsable de casi el 100% de las demandas y admisiones a tratamiento médico por drogas; en el año 2008 ese porcentaje se redujo por debajo del 40%, siendo superado por la cocaína.

Antes de principios de la década de los 70 el consumo y el comercio de heroína eran casi desconocidos en España y los adictos podían contabilizarse apenas en unos centenares. Solo unos años después eran ya decenas de miles. En sus inicios la 'epidemia' de heroína se asoció a la marginación y delincuencia. Pero los continuos estragos de esta droga -en cuyas redes fueron cayendo miles y miles de jóvenes independientemente de su estrato social- llevaron a la necesidad de una consideración diferente. En 1985 el Gobierno constituía el Plan Nacional sobre Drogas, una iniciativa creada en un principio para dar respuesta a la heroína y que poco a poco se fue abriendo a otras sustancias. Junto a ella nacieron asociaciones no lucrativas como la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) o Proyecto Hombre. Ignacio Calderón, director general de la FAD, recuerda cómo por aquel entonces "surgió una movilización general enorme para evitar que el monstruo entrase en la sociedad, lo que hizo reaccionar a las instituciones". En aquellos años la droga se relacionaba siempre con los delitos y eso provocó una respuesta política y social que incluso en algunos aspectos llegó a ser exagerada, sobre todo en los medios de comunicación. Calderón recuerda especialmente la apertura de un telediario con la noticia de la toma de dos rehenes en un supermercado. "Parece ser que el delincuente no es drogadicto", llegó a decir el presentador. En aquellos años la droga se presentaba como el tercer problema de los españoles en las encuestas del CIS por detrás del terrorismo y el paro. Hoy ocupa el octavo puesto.

Mortalidad

Las causas en el descenso del consumo de heroína fueron varias, pero hay una, la más trágica, que ha incidido sobremanera: su mortalidad. Los especialistas son unánimes al respecto, el adicto la abandona o muere a causa de ella, casi no hay lugar a términos medios. Los programas de prevención y de reducción de daños o la mejora de los tratamientos supusieron también importantes pasos para frenar su incidencia. Pero la rehabilitación tampoco salió gratis a muchos de estos antiguos toxicómanos, que en un alto porcentaje padecen ahora enfermedades como el Sida o la hepatitis C. Precisamente la aparición del VIH fue otro de los elementos que llevaron a concienciar a la población sobre los efectos de la heroína.

A escala mundial, la ONU estima que 16 millones de personas toman opiáceos, de los que 13 millones consumen heroína. El problema está adquiriendo dimensiones desproporcionadas en países como Rusia, con hasta dos millones de adictos, según denuncian algunos estudios. Más de la mitad de la población del mundo que usa opiáceos vive en Asia. Los mayores niveles de consumo -en lo que se refiere a la proporción de la población de 15 a 64 años- se encuentran en las principales rutas de tráfico de drogas próximas a Afganistán, el mayor productor del planeta con más del 90% del total.

Aunque en España la batalla contra la heroína haya registrado importantes avances en los últimos 25 años, lo cierto es que la guerra global contra las drogas está lejos de ganarse. El lugar del opiáceo lo han ido ocupando otras sustancias cuyo crecimiento crece paulatinamente. Cannabis, pastillas de diseño, alucinógenos y, sobre todo, cocaína. En 2010 España encabezó un año más el dudoso 'ranking' en el consumo de este último estupefaciente. "La heroína es la que acuñó la idea que aún hoy en día perdura en España sobre las drogas, una visión esperpéntica, de viciosos delincuentes y yonquis tirados por las calles", explica Calderón. Y eso ahora es un factor muy perjudicial porque al no percibirse estas imágenes se ha bajado la guardia, pero, aunque con distinta forma u otros nombres, la droga sigue ahí. "El problema ahora es igual de grave, lo que pasa es que ya no se ve en la calle. Las drogas han venido para quedarse y debemos protegernos de ellas", sentencia el director general de la FAD.