Milos Teodosic, marca, ante Jorge Garbajosa, el triple que dio la victoria a Serbia en los cuartos del Campeonato del Mundo de 2010. / Archivo
baloncesto

Héroe o villano

El libro del basket mundial está escrito con tiros en el último segungo que han dado y quitado campeonatos

MADRID Actualizado: Guardar
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España se cobró su primera deuda pendiente del Eurobasket con Serbia y Teodosic el viernes y se vengó de la canasta con la que la estrella balcánica echó a la Roja de la lucha por las medallas en el Mundial de Turquía. El base serbio se la jugó a un tiro desde más de ocho metros que dio a su selección el pase a semifinales y a él el aura intocable del salvador de la república exyugoslava. Pero ese instante podía haber quedado como el ataque de soberbia de un genio precoz y resabiado. Héroe o villano. Entró, y pasó a convertirse en uno más de los momentos que han marcado la historia del baloncesto.

En la trayectoria del equipo dorado español, el de Teodosic solo ha sido el último tiro decisivo de unos años mágicos en los que la moneda ha mostrado las dos caras. De hecho, el camino de la actual España de leyenda se abrió gracias al triple errado por Nocioni mientras se consumían los últimos segundos de la semifinal del recordado Mundial de Japón. El tiempo que tardó el balón en abandonar las yemas de los dedos del alero argentino hasta que el aro lo escupió, se convirtió en un momento eterno. La gloria fue, por una vez, para España. La final y el oro ante los griegos se saboreó con mucha más tranquilidad.

La fortuna cayó cruz dos años después. El Eurobasket de España, preparado para la gloria y disfrute de nuestra selección, llegó al desenlace esperado: una final con el anfitrión y un rival -Rusia- inferior. Pero el partido se ensució y los hombres de Pepu Hernández tuvieron que decidir el éxito o el fracaso en una última jugada que acabó en las manos de un Pau Gasol que tuvo que lanzar desde una posición forzada, después de un rectificado y tras una jugada que no estaba diseñada para él. El oro se fue a Moscú y hubo que marchar a Polonia a recuperarlo dos años más tarde.

Pero la canasta más recordada y a la vez más polémica de la historia del baloncesto FIBA, la que significó más para el equipo vencedor y para el derrotado, lo consiguió Sergei Belov en la final de Múnich, en 1972. El mítico jugador ruso anotó sobre la bocina -tras parar la mesa el juego y añadir unos segundos al marcador- para derrotar por primera vez en unos Juegos Olímpicos a la imbatible Estados Unidos. Los norteamericanos no recogieron su medalla y aún no reconocen el triunfo soviético en ese torneo.

El libro del baloncesto ha vivido muchas más batallas decididas en un último instante de inspiración: el sexto título logrado por Michael Jordan y sus Bulls ante Utah con una jugada magistral en 1998; el 2+1 de Fernando San Emeterio en la final de la liga ACB de 2010 y que le valió al Tau para superar al Barça; o muchas de las canastas logradas por Robert 'Big Shot Rob' Horry, el hombre que sumó anillo tras anillo en la mejor liga del mundo gracias, en muchas ocasiones, a su muñeca siempre caliente en el momento decisivo. Todos ellos fueron héroes. Los villanos acaban cayendo en el olvido.