cazadores y cazados

La nueva plaga de las palomas

Las torcaces amenazan las ciudades españolas, desesperan a los británicos y aquí no se le da importancia alguna

VALLADOLID Actualizado: Guardar
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Quizá usted ha caído aquí por casualidad. Puso palomas en Google y ese señor tan amable le trajo hasta esta página. Enhorabuena. Es su día de suerte. Cuando lea estas líneas, acérquese a un quiosco o a una administración y compre un décimo o un cupón.

-¿Y porqué dice usted qué es mi día de suerte?

-Por que ha caído usted en un lugar en el que en apenas 400 palabras le vamos a contar la nueva plaga de palomas que amenaza a las ciudades. Verá.

Usted, seguro, ve miles de palomas cuando pasea por su ciudad. Da igual cual sea, las hay en tal cantidad que forman parte ya del paisaje urbano. Y si usted es observador, que seguro que lo es, se habrá percatado de que cada vez con más frecuencia se ve un tipo de paloma más grande, más fuerte. Un animal que se mueve poco en bandos, que va en parejas o en tríos. Se la distingue bien sobre todo cuando vuela, porque posee como una banda blanca en cada ala que destaca mucho sobre su cuerpo gris. Son palomas torcaces, la plaga que amenaza las ciudades españolas, que desespera a los británicos y a la que aquí parecemos no dar importancia alguna.

En España conviven fundamentalmente tres razas de palomas: la bravía, la torcaz y la serranita o piñonera. La primera es la que se ve en las ciudades. La que molesta en los balcones, atasca cañerías, corroe tejados e inunda los tejados. La segunda es la salvaje, la bravía, la migradora. Y la tercera, en franca recesión, es una mezcla de las dos: va de un lado par otro, pero su pequeño tamaño la perjudica en la lucha por el espacio.

Hasta ahora la bravía no tenía oponente en los espacios urbanos, pero la torcaz se ha dado cuenta que ladrillo y asfalto proporcionan calor y refugio; se ha percatado de que en las ciudades no hay depredadores; y, especialmente, ha descubierto que hay mucha comida que con generosidad regalan esos seres de dos patas que no vuelan. Y la torcaz se ha lanzado a la conquista de la ciudad. Aún no son muchas, pero ya empiezan a ganar terreno. Y cuando echen a las bravías, nos encontraremos con un ave más grande, más pesada, más corrosiva, más valiente, que a su manera nos discute el hábitat que hemos creado. Y nadie hace nada, nadie se preocupa de controlarlas, de impedirles que vengan. Van a derrotar a sus hermanas, y serán un problemas. Avisados estamos.