TEATRO

Shakespeare, La Fura y Mugaritz, un trío suculento

‘Degustación de Titus Andronicus’ un ‘ágape caníbal’ para saborear en el más genuino lenguaje ‘furero’

MADRID Actualizado: Guardar
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Shakespeare, La Fura del Baus y Andoni Luis Aduriz. Tragedia, escena y alta cocina. Un trío infalible y suculento. El poderío escénico del más genuino lenguaje ‘furero’, la mágica delicadeza de los fogones de Mugaritz casados al calor de la última tecnología y el talento eterno del bardo de Stratford Upon-Avon. Esta alianza sostiene Degustación de Titus Andronicucus, una tragedia para saborear. Un espectáculo para los ojos y el paladar, para el cerebro, el corazón y el estómago, plagado de sorpresas y con el que La Fura regresa a sus orígenes. La cita es en los madrileños teatros del Canal (www.teatrosdelcanal.org) hasta el próximo 19 de diciembre.

Con esta peculiar versión del Tito Andrónico concebida para estimular los cinco sentidos, La Fura dels Baus recupera la esencia de su singular y originario lenguaje y pone a prueba al espectador. Integra nuevas experiencias sensoriales en una innovadora propuesta dramática y gastronómica. Hay crueldad sin cuento, canibalismo, amor, sensualidad, gula, escalvitud, lujuria y venganza, en un maremágnum de emociones y sensaciones.

Bajo la batuta de Pep Gatell, director y dramaturgo, se embarca ‘La Fura’ en otra aventura pionera. Aliados esta vez con el talento y la dirección gastronómica del equipo del restaurante ‘Mugaritz’ de Andoni Luis Aduriz y sus estrellas Michelín. El prestigioso cocinero vasco y ‘piloto’ de los fogones de Mugaritz junto a Javier Bergara (responsable de I+D), consigue que la tragedia shakespeariana se pueda saborear en “un homenaje al arte, la tecnología y la gastronomía del país”. Teta de cerda asada, algas, torrijas romanas, huevas de erizo,estofado de hígados de conejo con hinojo, o rábanos encurtidos en vinagre de arroz fueron algunas de las ‘delicatessen’ de la presentación. Cada día serán 30 los espectadores que, elegidos por concurso, podrán degustar las delicias romana de un Aduiriz que ha hecho “todo un máster sobre la época imperial” y que ha aprendido “mucho” con el desafío ‘furero’ y que ha recuperado el mítico ‘gárum’ romano.

Para esta adaptación del clásico, La Fura se vale de nuevo de los elementos propios de su rompedora dramaturgia: un espacio único compartido por público y actores, una escenografía espectacular que se sirve de todos los recursos tecnológicos a través de diferentes elementos de soporte virtual y un lenguaje a caballo entre el texto y el cine. “Hemos pasado del grito a la palabra, no somos tan salvajes como la primera fura” resume Pep Gatell.

Como en las primeras propuestas ‘fureras’, el espectador está en pie y se mueve por una sala diáfana a la expectativa ante una sucesión de sorpresas que llegan a través del vídeo, las luces, el sonido y las acciones de los actores. Hay cuatro pantallas gigantes con imágenes que sirven de fondo a la sorprendente escenografía física.

Fogones en vivo

Dos cocineros interactúan con el drama desde su trabajo en los fogones. Crean ‘ambientes gastronómicos’ para cada una de las escenas, olores, sabores y bocados para cada uno de los estado anímico que se suceden en la sangrienta tragedia convertida en un “ágape caníbal”..

“En Tito Andrónico nada es secundario, todo está presentado en su justa medida como en una receta gastronómica” asegura Pep Gatell. A su través se exploran tensiones eternas de la historia de la humanidad como la lucha permanente entre locura y cordura o venganza y perdón. El eterno conflicto entre civilización y barbarie.

El montaje se basa en La tragedia de Tito Andrónico, que William Shakespeare escribió entre 1592 y 1594 sobre la historia del emperador que regresa de Roma tras vencer a los godos. Tito sacrifica a los dioses al hijo del líder enemigo ganándose el odio eterno de su madre Tamora, a la que ha hecho prisionera. La situación de Tito se complica cuando Saturnino se proclame emperador y tome a Tamora como esposa, desencadenando una tragedia sangrienta, un despropósito de crímenes y de venganzas familiares.

Durante años se dudó de la autoría shakespeariana de este drama jalonado de asesinatos, violaciones, amputaciones y canibalismo. “La extrema violencia no es gratuita. La obra contiene una tensión constante entre la barbarie y la civilización, locura y cordura, venganza y perdón”, apunta Salvador Oliva, traductor y adaptador.