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«Mourinho, vete al teatro»

El público azulgrana ajusta cuentas con el entrenador del Real Madrid, que fue un espejismo de sí mismo y no salió del banquillo

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El partido respondió a la tensión que se espera en un enfrentamiento de máxima rivalidad. Sin altercados extradeportivos, la crispación quedó limitada a los pitos, abucheos y cánticos de rigor. El público del Camp Nou disfrutó de lo lindo con el juego del Barça y se cebó con sus dos 'ogros': Cristiano Ronaldo y Mourinho.

Las pulsaciones llegaron a su cénit a la media hora de juego. El Madrid ya perdía 2-0 y la frustración blanca se reflejó en Cristiano Ronaldo. El balón se perdió por la línea de banda y acabó en las manos de Guardiola. Cristiano fue a por el esférico pero el técnico azulgrana ignoró al portugués y decidió dárselo a uno de sus pupilos. Ronaldo no se lo tomó bien y empujó al entrenador culé. A partir de ahí, se formó una tángana tan espectacualr como tradicional en estos choques. Los más encendidos fueron Cristiano y Valdés, que se encararon repetidas veces. Ambos vieron la amarilla para calmar sus nervios.

Antes del partido el comportamiento de los aficionados fue ejemplar y no se registró ningún incidente reseñable. El autobús que trasladó a la expedición blanca del hotel al estadio recibió lanzamientos de algunos huevos, nada que ver con el apedreamiento del día anterior. Y es que hasta 1.000 agentes de seguridad velaron por la tranquilidad en las gradas.

Bronca para Cristiano

El Real Madrid salió a calentar con una pitada monumental. La mayor bronca fue para Cristiano. El ritual se repitió cuando los once titulares hicieron su aparición por la boca de vestuarios. Por contra, el estadio atronó cuando los 100.000 aficionados entonaron al unísono el himno del Barça, que no dudó en cantar el presidente azulgrana, Sandro Rosell, a pesar de tener a su homólogo Florentino Pérez al lado.

El magnífico y arrollador inicio de los locales, con dos goles en menos de 20 minutos, llevó la fiesta a las gradas. Los «olés» no se hicieron esperar. ¿Y Mourinho? El entrenador del Real Madrid fue un espejismo de sí mismo. Rostro serio, sin aspavientos, ni gesticulaciones, permaneció sentado con cada gol encajado. Parecía tan desconcertado como sus pupilos. Apenas dio indicaciones a sus futbolistas. Resignado ante la superioridad del Barça, ni siguiera protestó algunas decisiones erróneas del árbitro. Además, tuvo que escuchar los cánticos de una grada con ganas de ajustar cuentas. «Mourinho, vete al teatro» o «sal del banquillo, Mourinho sal del banquillo». El entrendor blanco aguantó estoicamente el chaparrón.

Todo lo contrario que Guardiola. El técnico culé, más activo, no dejó de dar órdenes a sus jugadores. La desolación del banquillo blanco contrastó con la efusividad del azulgrana al celebrar el quinto gol, en el que todos los jugadores se abrazaron en una piña que simbolizó el triunfo colectivo de los locales. Piqué no pudo reprimirse y levantar la mano al público en señal de la manita. Nueva tangana y expulsión de Ramos por agredir a Puyol.