Las manifestaciones en Cádiz en favor del empleo han sido una constante
Las manifestaciones en Cádiz en favor del empleo han sido una constante - LA VOZ
PRIMERO DE MAYO

Los sindicatos pierden fuerza

El desapego, los escándalos y la falta de confianza les lleva a perder más de 8.000 afiliados en la provincia en los últimos cuatro años

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Los sindicatos no viven su mejor momento. El código de conducta que ha regulado durante décadas la relación matrimonial entre los trabajadores y sus representantes sindicales hace aguas. La sociedad civil ha mostrado en los últimos años cierto desapego hacia quienes eran el máximo exponente de la lucha obrera. Los efectos de la crisis, la desesperanza, los escándalos de corrupción que han salpicado a las centrales sindicales y la aplicación en sus propias organizaciones de la criticada reforma laboral del PP han llevado a romper el idilio entre la clase trabajadora y sus portavoces. No hay ‘feeling’. Esta situación de rechazo o desconfianza se ha traducido en una fuerte caída de la afiliación sindical. La imposibilidad de pagar las cuotas y el hartazgo de promesas incumplidas ha llevado a romper el carné sindical a más de 8.000 gaditanos en los cuatro últimos años.

En junio de 2013, el entonces secretario provincial de UGT, Salvador Mera, reconocía en una entrevista publicada por LA VOZ que había «más de cien razones para confiar en los sindicatos», sin embargo, cinco meses después, el propio Mera tenía que hacer frente a la imputación de la jueza Alaya por su presunta relación con la trama de los ERE.

El escándalo de los ERE y el pago de facturas personales con tarjetas del sindicato ha sido clave

Poco a poco se ha ido gestando un caldo de cultivo alrededor de los sindicatos que ha terminado por proyectar una imagen de desconfianza al igual que ocurre con la clase política. El sindicato UGT contaba en 2005 en la provincia con 16.471 afiliados y batió un récord en 2010 al lograr 29.998. Los primeros despidos de la crisis y la amenaza a perder el empleo llevaron a cientos de trabajadores a ingresar en las filas sindicales como medida de autoprotección. Sin embargo, los efectos de la crisis fueron demoledores y no perdonaron. Las cuotas, entre 4 y 11 euros, se hicieron muy cuesta arriba para aquellos que lo perdieron todo, hasta su casa. La UGT de Cádiz bajó hasta los 27.319 afiliados en 2013 y cuenta ahora con 21.980. La sangría no cesa.

Cierre de empresas

Por su parte, CC OO también ha salido muy rmal parada de la crisis. El sindicato arrancó el año 2005 con 31.259 afiliados y suma ahora poco más de 27.000. La mayor hemorragia la ha sufrido entre 2012 y 2015, que perdió más de 5.000 afiliados en la provincia. Su secretario de Política Institucional en la provincia, José Manuel Silva, reconoce que el cierre de empresas que ha sufrido la provincia desde 2005, como Delphi, ha tenido mucho que ver con este descenso.

No obstante, la afiliación sindical en España nunca ha sido un plato fuerte si lo comparamos con los países de nuestro entorno. El último estudio realizado por el Instituto de Estudios Económicos (IEE) señala que la afiliación en España alcanza una tasa del 15,9%, similar a la registrada hace una década. Se trata de una de las más bajas de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

En concreto, entre los países europeos de la OCDE solo Polonia, Estonia y Francia presentan una tasa de sindicalización inferior a la española, con niveles del 15%, del 8,1% y del 7,6%, respectivamente.

El impacto social de los sindicatos ha ido a menos, aunque culpan de esa pérdida de poder a la crisis y a las medidas del PP

Los países con mayor nivel de afiliación sindical son los nórdicos, como Islandia, que contabiliza un 88,1%, Finlandia con un 70%, Dinamarca con un 68,8%, Suecia con un 67,7% y Noruega con un 54,6%. Luxemburgo, Irlanda e Italia alcanzan cifras de entre el 35% y el 37%, Canadá y Austria superan el 28%, mientras que Reino Unido y Eslovenia se sitúan por encima del 25%. Portugal (19,3%), Japón (18,6%), Alemania (18,5%), Holanda, Australia y Suiza (18,2%) superan levemente la media de la OCDE.

UGT y CC OO no son los únicos sindicatos que han perdido efectivos por el camino. El sindicato independiente CSIF ha logrado asentarse en el sector público, pero también ha notado una rebaja en la afiliación, aunque en menor medida que los mayoritarios. Así, este sindicato comenzó 2005 con 3.266 afiliados y ha llegado a contar hasta con 6.784 ntre 2009 y 2010. Su censo ahora es de 5.500 afiliados.

Sin embargo, las bajas no son patrimonio de Cádiz. Al contrario. El descenso en la afiliación sindical es un fenómeno nacional. Entre 2009 y 2015, las cuatro principales centrales de España -CC OO, UGT, CSIF y USO-, que representan en torno al 80% de los trabajadores españoles en la negociación colectiva, han perdido más de medio millón de afiliados. En concreto, en siete años se han borrado de sus filas 584.788 personas. El sindicato que más ha perdido, tanto comparativamente como en términos absolutos, es CC OO. Sus afiliados han caído un 24,4% desde los 1.203.307 registrados en 2009 a los 909.052 apuntados a cierre de 2015. A continuación, UGT es el más castigado: sufre una sangría de 276.617 miembros, los que median entre los 1.205.463 de 2009 a los 928.846 del pasado ejercicio, cuando por primera vez desde que empezó la crisis la cifra de asociados ha quedado por debajo del millón.

La participación que se espera en Cádiz este Primero de Mayo será casi testimonial

Por su parte, aunque su tamaño y representatividad sean mucho menores, en los últimos siete años también han disminuido los afiliados de CSIF (-6.622) y USO (-7.249).

Pero qué ha pasado para que los sindicatos hayan llegado a esta situación. La imagen y la influencia de los sindicatos han sufrido un gran deterioro durante los últimos siete años. Escándalos como el de los ERE en Andalucía, las cuentas millonarias del histórico dirigente asturiano José Ángel Fernández Villa, el uso de tarjetas black de Caja Madrid y el dinero público dedicado a mariscadas y viajes de placer han mermado el prestigio de las centrales.

Los sindicatos mayoritarios pierden gas en la provincia y han dado un ejemplo contradictorio con algunas de sus actuaciones. Los efectos de la aplicación de la reforma laboral les ha pasado una seria factura. Tanto UGT como CC OO convocaron dos huelgas generales en España contra la nueva regularización laboral impulsada por el Gobierno del PP. La primera protesta tuvo lugar el 29 de marzo de 2012 y la segunda, el 14 de noviembre del mismo año. Ambos sindicatos hicieron una cruzada contra la reforma, a la que consideraban el origen de la destrucción de empleo que asola el país. Sin embargo, el conflicto de intereses entre lo que plantea la reforma y los propios sindicatos surgió, precisamente, en 2013, justo cuando las dos centrales decidieron hacer uso de este texto para sanear sus estructuras. Es decir, los sindicatos se convierten por unos instantes en empresas privadas y utilizan la reforma laboral que tanto criticaron para beneficio propio.

Así, UGT en Andalucía presentó un ERE para 159 empleados y un ERTE para otros 59. En el caso de Cádiz, esta medida afectó directamente a 26 empleados, mientras que el resto de la plantilla provincial vio reducida su jornada laboral y su sueldo en un 50%. Esta acción no se entendió entre sus afiliados, aunque la dirección del sindicato la ha justificado de manera reiterada argumentando que la caída de la afiliación y los recortes de subvenciones y programas formativos habían puesto a la organización en una situación límite.

La misma historia se ha repetido en CC OO. El sindicato anunció a finales de 2012 una regulación de empleo en Andalucía que afectaba a 84 personas, mientras que otras 54 quedaban sujetas a un expediente temporal. El impacto del ERE de CC OO en Cádiz supone el despido de 14 de los 20 administrativos que están en plantilla y la reducción de jornada para tres limpiadoras.

Todavía resuenan las irregularidades del exsecretario general de UGT en Andalucía, Manuel Pastrana, que se apeó de la carrera hacia su sexto mandato tras destapar LA VOZ presuntas irregularidades en la gestión de los fondos del sindicato, así como el uso excesivo de la tarjeta Visa en comidas y viajes. Estos movimientos de Pastrana se producían durante los días en que el sindicato preparaba el ERE para 159 trabajadores.

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