Jóvenes Inmigrantes

«Pasan de la euforia al llegar a la tristeza de ver la realidad»

La psicóloga María Luisa García trabaja con unos menores inmigrantes desarraigados y que se sienten defraudados al llegar a la Península

A. G. LATORRE

A todos nos ha pasado el llegar a un lugar que esperábamos de ensueño y encontrarnos con el fastidio de que era lo contrario a lo que habíamos imaginado. A la frustración que se siente hay que sumar el hecho de que no se buscan vacaciones, sino una vida digna, que se llega sin conocer el idioma tras un peligroso largo viaje y que el protagonista es un menor que viaja en solitario. María Luisa García (psicóloga del equipo MENAS y miembro del Grupo de Intervenciones Emergencias y Desastres del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental) analiza cómo se trata de integrar a estos jóvenes y los problemas que presentan.

–¿En qué situación están en la actualidad los centros de la provincia?

–A pesar de no estar los centros de protección tan desbordados como en los meses de verano, seguimos recibiendo casi a diario entrada de menores. Hemos tenido una pequeña tregua por el mal tiempo que hemos padecido en las costas gaditanas en los últimos meses. Pero entendemos que, con la mejora del clima, se incrementará la llegada de menores en pateras, aunque es sólo una suposición.

–¿Se les puede dar toda la atención a los menores que llegan en esta situación?

–Desde la administración se procura hacerlo. Sí le puedo asegurar que el equipo que trabajamos con los menas nos esforzamos en proporcionar la atención que cada menor necesita en función de sus circunstancias.

–¿Qué cuadro presentan los jóvenes cuando llegan a Cádiz?

–En los primeros momentos, la exaltación y la euforia suelen ser constantes en ellos por haber llegado a nuestro país. Mantienen la esperanza de cumplir sus objetivos y, muchas veces, el de sus familiares de mejorar sus condiciones de vida. Posteriormente, tienen que adaptar estas expectativas a la realidad con la que se encuentran. En esos momentos, manifiestan diversas reacciones adaptativas. Así, algunos presentan ansiedad, tristeza, melancolía, desesperanza o duelo por la separación familiar y cultural.

«A lo duro del desarraigo y el viaje se suma la incertidumbre sobre su futuro próximo»

–¿Cambia mucho la atención que reciben en función de la edad o existen patrones comunes?

– La atención que se les brinda es la misma para todos, indistintamente de la edad que tengan. No obstante, entendemos que la edad es un factor que condiciona sus oportunidades de adaptación, integración e incorporación a la sociedad. Es innegable que los más pequeños, como van a permanecer más tiempo bajo el sistema de protección, podrán beneficiarse mejor de los recursos que se ponen a su disposición. Aunque la atención a todos es similar, los mas pequeños tienen más tiempo para preparar y desarrollar su proyecto migratorio.

–Existe la idea de que estos jóvenes tienden a caer en el pasotismo o a desarrollar cierto sentimiento de impunidad, ¿es cierto?

–Entendemos que esto es un sesgo de la sociedad y que posibles comportamientos no deseables se hacen más visibles por el hecho de ser extranjeros.

–¿Cuáles son los peligros a los que se suelen enfrentar estos jóvenes?

–En demasiados casos los peligros surgen por cómo tienen que afrontar la larga travesía. Así, antes de llegar a la provincia muchos deben enfrentarse a explotación sexual, pagos a mafias, largos recorridos a pie, paso por zonas armadas, supervivencia en la calle en condiciones extremas, heridas e intoxicación, riesgo de aplastamiento al esconderse en los bajos de autobuses y camiones... Además del más conocido de cruzar en pateras o en lanchas ‘toys’ el Estrecho, con el riesgo de ahogarse o quedar a la deriva.

–Muchos arrastrarán situaciones duras, ¿cómo se les puede ayudar a superarlas?

–No en todos los casos, pero algunos de ellos presentan una sintomatología propia de personas que han vivido situaciones extremas. A esto se suma que, cuando están aquí, la incertidumbre sobre su futuro no desaparece. El trabajo que se puede hacer es proporcionarles herramientas de afrontamiento para disminuirles el estrés, dotarles de habilidades sociales, fomentar su integración a nivel global, trabajar las expectativas para que sean lo mas realistas posibles, darles seguridad en sí mismos y empoderarles en su proyecto vital.

–¿Tienen expectativas reales sobre lo que hay en España?

–No. Vienen con ideas erróneas acerca de la facilidad para encontrar empleo. Creen que sin papeles puede trabajar, que van ha alcanzar un estatus social y económico alto en un plazo de tiempo breve. Incluso, como consecuencia de esa esperanza, muchos traen consigo la responsabilidad de ayudar económicamente a sus familiares.

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