NADANDO CON CHOCOS

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Mi padre decía que uno de los grandes placeres que podía darse el hombre una o dos veces al año era dormir 'Ben-Hur', con la baba caída y una siesta en tres o cuatro actos, interrumpidos en un depuradísimo compás que él había adquirido con los años por el que sólo se despertaba para comprobar que el argumento -la historia, su vida, el mundo y el Universo- seguía en su sitio: «Ahora se le cae la teja», «Ahora visita a la madre en la cueva de los leprosos», «Uy, si todavía está en la galera»... El bueno del aita solo se incorporaba, casi de un brinco, arrebatado, siempre sorprendido, con el final, que era lo único que esperaba. Un salto: «¡Chapuli! ¡La carrera!» Y disfrutábamos de las cuádrigas y los chocazos como dos críos en la mañana de Reyes. Desde que se fue nunca he podido volver a dormir 'Ben-Hur' de aquella manera.

Ahora, uno se da el placer de sobar otras piezas, pero no está fácil, porque los documentales son cada vez más difíciles de dormir. De interesantes, desvelan. La2 ha echado unos que no se pueden sestear ni con el volumen bajito, de lo buenos que salen. Tratan de unos humanos con mucho pelo, greñas con rastas y cejas prominentes. Gruñen, aullan y se pelean entre sí. Viven en cuevas en las que se resguardan del frío y se las arreglan, a su manera, pese a no tener herramientas. Su aspecto es bastante obtuso, aunque cazan animales con piedras, corren que se las pelan por encima de las rocas y consiguen fabricar filos chocando dos piedras. Si lo ha intentado alguna vez sabrá que esto no es nada fácil. El fuego, los mamuts, esa manera tan graciosa de darse de palos con la tribu de al lado... Muy recomendables los documentales de La2 sobre el futuro.