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La pesadilla de Putin

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Shamil Basáyev, que había cumplido 41 años en enero, fue un mal estudiante. Intentó cursar Agronomía y, más tarde, Derecho, pero sin éxito ninguno. Fue expulsado de la facultad. Se dio a conocer secuestrando un avión de pasajeros en 1991. El aparato fue desviado a Turquía y consiguió regresar a Grozni, la capital chechena, gesta que le hizo ganarse la admiración de la mayoría de sus conciudadanos y el aprecio del entonces presidente de la república, Dhojar Dudáyev.

Combatió en Abjasia -república que forma parte de Georgia-, del lado de los separatistas e incluso en Nagorno Karabaj, en el bando azerbaiyano. Pasó también una temporada en un campo de adiestramiento en Pakistán. Volvió a Chechenia en 1994, pocos meses antes de que Rusia enviase sus tropas para defender la autoproclamada independencia de su patria natal. Basáyev es natural de Vedenó, en las escarpadas montañas del sureste de la república.

La acción que le proporcionó más renombre fue el secuestro del hospital de Budiónovsk (región de Stávropol), en junio de 1995. Murieron más de un centenar de civiles y consiguió regresar victorioso a Chechenia en un autobús gracias al acuerdo alcanzado con el entonces primer ministro ruso, Víktor Chernomirdin.

Candidato

Las autoridades rusas claudicaron y retiraron el Ejército de Chechenia en 1996. Basáyev presentó su candidatura a las presidenciales de la república norcaucásica de enero de 1997, pero fue desbancado por Aslán Masjádov. En agosto de 1999, Basáyev y sus hombres atacaron Daguestán, acción que coincidió con el nombramiento de Putin y que supuso el comienzo de la segunda guerra.

El líder guerrillero se convirtió al wahabismo, corriente islámica radical, y comenzó a recurrir a sangrientas acciones indiscriminadas contra los rusos. Bajo la dirección de Basáyev se cometieron secuestros y atentados como el del teatro Dubrovka de Moscú, en octubre de 2002, con 169 muertos; el asesinato de Ahmed Kadírov, presidente prorruso de Chechenia, en mayo de 2005; y el secuestro de la escuela de Beslán, en septiembre de 2004, en donde perecieron más de 300 personas. Su última gran fechoría fue el ataque a Nálchik, el otoño pasado. Murieron más de cien personas.

El terrorista desaparecido sufría una minusvalía física. Perdió un pie al pisar una mina cuando abandonaba la capital chechena, que se encontraba asediada por la tropas rusas, en 2002.