ACOGIDOS. Niños saharauis ayer en el Salón de Plenos. / M. A.
EL PUERTO

Refugiados en familia

Unos treinta niños saharauis pasarán este año el verano acogidos en El Puerto

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Desconcierto y curiosidad. Eso es lo que se podía ayer leer en las miradas de los treinta niños saharauis que este año han llegado a El Puerto dentro del programa Vacaciones en Paz que anualmente organiza la asociación Amal Esperanza.

Los sillones del Salón plenario fueron ayer ocupados en una mañana especial en el Ayuntamiento, por los pequeños llegados de los campos de refugiados del Sahara. El alcalde, Hernán Díaz Cortés, y la concejala delegada del área de Bienestar Social, María del Carmen Lara recibieron a los pequeños quienes no dejaron de mirar de un lado para otro durante todo el acto.

A través de su comisión de acogida, Amal Esperanza trata que cada año sea mayor el número de familias portuenses que reciban, durante julio y agosto, a un niño o niña saharaui. Estas vacaciones serán 31 los pequeños venidos de los campamentos que disfrutarán de un descanso en la ciudad.

«Espero que algún año podáis disfrutar en vuestro país de la libertad que os merecéis», les manifestaba el alcalde, Hernán Díaz, a los pequeños en la recepción que les dedicó en el Consistorio a ellos y sus padres de acogida. «Hasta entonces, El Puerto continuará siendo vuestra casa», afirmaba el primer edil después de que una de las niñas explicara a todos, mediante la lectura de un comunicado, la situación por la que atraviesan en el Sahara.

Sorpresas

A sus siete y ocho años, Teitú y Sequeira serán dos de las niñas saharauis que pasen el verano en la ciudad. Isabel es su madre de acogida. «Hace seis años nos interesamos por esta gran iniciativa. Vimos la necesidad que tenían de salir de allí un par de meses y nos trajimos a Fátima».

El viaje que hicieron a los campamentos para conocer a la familia de Fátima les convenció de que tenían que seguir acogiendo a niños. «En verano viven a 60 grados y no tienen todas las comodidades que les podemos dar aquí». La llegada de Teitú y Sequeira no es fácil. «La experiencia es algo dura al principio. No están acostumbrados ni a los besos ni a ver muchas cosas que para nosotros son normales», explica Isabel. Y es que los interruptores de luz, o las neveras llenas de alimento, son algunas novedades que sorprenden a los pequeños. «Animo a la gente que acoja a estos niños. Merece mucho la pena».