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Fervor y patrimonio se dan la mano

El trabajo de Pilar Morillo y Álvaro Domínguez devuelve todo su esplendor al Nazareno

ana mendoza
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Toda restauración supone un gran reto para los profesionales. El desafío es aún mayor cuando se trata de una imagen tan venerada en Cádiz como es la del Nazareno de Santa María. «La gratificación más grande que tenemos es que los creyentes, los que le ruegan, quienes van a ver la imagen están felices. Ellos le siguen rezando sin que les moleste un cambio en las manos. Le rezan con calma a su imagen y con eso ya nosotros estamos satisfechos». Pilar Morillo y Álvaro Domínguez Bernal son los restauradores que han recuperado la naturalidad y belleza de las manos del Regidor Perpetuo.

Dos meses de trabajo en el taller de estos expertos suponen muchas jornadas de constante y delicada faena, precisión, entrega y una firme profesionalidad.

El respeto por el original es el fundamento de este oficio en el que siempre se emplean materiales reversibles y se reintegra sólo aquello que sea necesario. «Con nosotros se pone en contacto la hermandad porque tenía un poco de recelo en cuanto a la conservación de las manos. Tenía daños que ellos veían muy evidentes y también estructuralmente tenían sus dudas sobre si algunos dedos que se veían agrietados llevaban en su interior espigas de refuerzo», explica Pilar Morillo.

Estudio previo

En primer lugar se realizaron los estudios previos con analíticas radiográficas y luces ultravioletas. Se descubre entonces que en el interior no había espigas en los dedos pero sí algunas puntillas de hierro. Asimismo los restauradores observan otros problemas. Había muchos repintes y grietas en los estucos sin saber aún lo que las provocaba. Las manos tenían además la particularidad de que los dedos se habían reconstruido en el año 1938. «Cuando empezamos a restaurar vimos los daños que tenía, el cambio de dedos que se había hecho, la reposición y también los clavos internos y sobre todo mucho repinte porque estas manos se iban reparando pero nunca se repolicromaron enteras», explica Pilar.

Las manos, antes de la restauración
Las manos, antes de la restauración
Las manos, tras la restauración
Las manos, tras la restauración

Confluían entonces una mezcla de tonos y de colores y capas superpuestas. Incluso se veían repintes de sangre que no eran ciertos sino que iban tapando grietas. Aparte de eso, las manos tenían muchos arañazos y se notaba el desgaste de la policromía provocado por los roces con la cruz y también por los besamanos.

«Al empezar la restauración hicimos una limpieza superficial con disolventes muy suaves y empezamos a ver los repintes oleosos. Ya después en una segunda limpieza con disolventes específicos eliminamos otros repintes y ahí descubrimos la policromía original de las manos», comenta Morillo. Entonces aparecen restos de sangre y la coloración en las venas. Posteriormente se fueron extrayendo los clavos metálicos en un proceso de mucha precisión. Incluso algunos de esos clavos se estaban deshaciendo en el interior provocando una pudrición en la madera.

El trabajo no ha sido fácil para los restauradores. Al margen de la policromía, estructuralmente había piezas mal colocadas. La primera falange de la mano derecha era un movimiento imposible por lo que se decidió corregir. «Este dedo parece que sufrió algún percance y se pegó después mal colocado», apunta Pilar Morillo. Las otras piezas se pusieron de forma correcta y se le añadieron unas espigas de refuerzo. «La sorpresa saltó cuando el dedo pulgar de la mano izquierda lo estábamos desmontando porque estaba mal colocado y observamos que era un dedo recientemente puesto. No estaba bien tallado. No era muy correcto en su factura y el material con que se había hecho era de pino. Entonces como sabíamos que en el 38 se repone todo con madera de cedro regalada por Supervielle pues sabíamos que ese dedo era posterior».

En consenso con la hermandad se decide cambiar el dedo y hacer uno nuevo que se le encargó al escultor Miguel Ángel García. «Lo del dedo fue inesperado. Nuestro trabajo es así. Te pones a trabajar y las manos te van contando las cosas. Es más fácil verlo ahí que en radiografías».

Pero no solo ahí quedaron las intervenciones. En la parte de la muñeca de la mano izquierda los restauradores detectan unas grietas. Al levantar los estucos comprobaron que había una zona que ya había sido tratada en la última restauración a la que fue sometida la imagen en 1996. Había una necrosis que requería un resanado de las maderas y una desinfectación. También hubo que desmontar el dedo pulgar de la mano derecha que tenía una espiga pero se había puesto desde fuera, algo impensable en restauración.

El siguiente paso del proceso fue la reintegración de las manos: el emplazado de los estucos y la reintegración cromática a base de pigmentos de las zonas estucadas. «Se hizo con un criterio de restauración, de puntillismo, que se observa a la cercanía pero no a la distancia», indica Álvaro Domínguez. Se trata una vez más de un respeto al original. «Ha ganado mucho en plasticidad, en dibujo. Se ve más bonita con más armonía. Son más naturales, ahora son unas manos limpias sin perder el caracter antiguo. Incluso aparecieron en los tres dedos originales el color de la uña y con esa tonalidad se reintegraron las demás. Todo lo que se ha retirado lo tiene la hermandad para guardarlo como parte de la historia del Nazareno».

Tras la espléndida restauración del grupo escultórico del Caminito, Pilar Morillo y Álvaro Domínguez asumían este nuevo trabajo muy motivados en un año profesional especialmente positivo para ellos. «Estamos muy contentos porque que confiaran en nosotros es muy importante y por supuesto para nosotros es un orgullo y más aún el hecho de que se restaure en Cádiz. La hermandad también está muy satisfecha con el resultado». Ahora los dos trabajan en la restauración del Cristo de la Almoraima de Castellar de la Frontera, que es de papelón. «En Cádiz capital hay muchas obras por restaurar y este oficio es muy duro. Nosotros procuramos hacer las cosas siempre con mucha seriedad y con criterios de restauración. Intervenciones con ocurrencias no las hacemos. Estamos encantadísimos con lo que hemos realizado y esperamos que nos lleguen más trabajos», concluye Morillo.

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