Últimos retoques a la imagen de Las Angustias
Últimos retoques a la imagen de Las Angustias - l. v.
semana santa cádiz

Angustias vuelve a su origen

La imagen de la cofradía del Caminito ya ha sido restaurada y luce más que nunca

ana mendoza
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El respeto por el original es el principio básico de la restauración. Los profesionales que recuperan y conservan obras de arte saben que deben hacerlo con la máxima consideración, empleando siempre materiales reversibles y reintegrando sólo aquello que sea necesario.

Estas son las pautas que han seguido los dos restauradores que han llevado a cabo la restauración del grupo escultórico de la Virgen de las Angustias. Pilar Morillo Pérez y Álvaro Domínguez Bernal han trabajado con enorme precisión y constancia en este encargo que les hizo la cofradía del Caminito.

Desde septiembre hasta ahora han transcurrido algo más de seis meses. Han sido muchos días de minuciosas y pormenorizadas labores en una imagen que es muy querida en Cádiz y que precisaba ser restaurada para brillar como lo hace hoy ya por fin de vuelta a su pequeña capilla de la calle Isabel la Católica.

«El hermano mayor nos pidió un informe previo del estado de conservación y le hicimos un estudio de daños porque quería saber si había que restaurarla o no, ya que estaban preocupados porque la imagen se veía muy manchada», explica Pilar Morillo.

Al analizar la obra los restauradores encuentran que al margen de la estética había otros daños más serios: grietas en la madera, unos estucos en mal estado o incluso que la preparación de la policromía se estaba desprendiendo.

Con unas radiografías observan todas las uniones de las piezas y los clavos de unión de piezas internas, además de las señales de los alfileres que se han empleado con las distintas ropas que se le han puesto a esta Virgen.

Con la imagen en el taller de la calle José del Toro se le realiza un estudio aún más completo. «Le hacemos otra analítica con macrofotografía, fotografía y ultravioleta. Con esta luz buscábamos las distintas polícromías. Como se trabaja en la oscuridad, la luz refleja de diferentes formas según las distintas policromías y se aprecian los diversos repintes», expone Morillo.

Hasta que los restauradores no inician su trabajo directo con la imagen no pueden saber realmente lo que se van a encontrar. La responsabilidad es enorme. Esta escultura del círculo de Roldán tiene una gran plasticidad. Es una obra maestra. «Cuando traen la imagen al taller es cuando empiezas a ver las cosas y hay decisiones que tienes que tomar desde la lógica y el estudio de la restauración y también con el consenso con los hermanos», comenta Pilar.

Revelaciones de la restauración

Pronto hicieron el primer descubrimiento. Empezaron con la limpieza de la escultura, la retirada de suciedades y observaron que el Cristo tenía como una capa de oscuridad que le daba un aspecto muy mortecino. Los restauradores contemplan que la imagen del Señor ha sido policromada hasta en tres ocasiones: una original y otras dos posteriores. En el rostro tiene las tres pero la visible es la última. El cuerpo, desde el cuello hasta el sudario, tiene la segunda policromía y en las piernas hay una mezcla de las tres.

«Nos encontramos por tanto con una escultura en la que no había sensación armónica. Entonces, hicimos unas catas pequeñas en la cara y vimos la segunda policromía que tenía y que era la misma que el cuerpo y decidimos levantar la primera porque no era meritoria. La segunda policromía es la que luce ahora y es preciosa», afirma Pilar Morillo.

Pero la labor realizada en el Cristo no sólo queda ahí. Pilar y Álvaro descubren que con las luces ultravioletas se observa una sangre que no se ve a la luz natural. Es sangre que en su día tenía la imagen pero que ahora con el paso del tiempo y después de todo lo que ha sufrido no se aprecia.

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«Recogimos todos los regueros que se percibían con la luz ultravioleta y los fuimos reintegrando para que se volvieran a ver». Al margen de estas revelaciones, los restauradores han realizado el sudario porque no existía y en las piernas han unificado todo. «Se ha hecho una reintegración llevándolo a la policromía de la cara y el cuerpo. El resultado habla por sí solo. El Cristo es muy bonito y su imagen ahora es muy armónica, con un aspecto antiguo solemne, con más empaque y vibra más».

La Virgen era la principal preocupación de los hermanos del Caminito. El rostro presentaba también importantes daños pero ahora luce espléndida. «La Virgen tenía muchos repintes y unos estucos burdamente puestos y además tenía mucha suciedad. Le hemos retirado los repintes. Tenía una grieta que se la hemos recogido y le hemos reintegrado las zonas faltantes de policromía siempre con los criterios de restauración», explica Pilar. Otro descubrimiento de estos restauradores ha sido la piedra donde se sienta la Virgen. Esta antes no se veía y ahora ya se ha reintegrado.

Para Pilar y Álvaro ha sido una restauración trascendental y la han realizado con mucho respeto, cariño y la máxima profesionalidad. «Ha sido un trabajo de tomar decisiones importantes porque levantar la policromía en la cara de un Cristo es importante pero era la única forma de mantener una armonía.

«Tenemos tanta carga de responsabilidad porque es tan querida en Cádiz que eso nos abruma un poco pero a la vez lo asumimos y eso nos mantiene inquietos y con emoción... Le hemos puesto mucho cariño y hemos sido muy cientificos y muy precisos... La imagen transmitía mucho y debe transmitir más después de la restauración», concluye Pilar Morillo.

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