Las últimas horas del histórico Restaurante Zona Franca

«Ha sido un placer haberle conocido. Espero verle pronto en otro sitio». Con estas palabras se despedía un empleado del Restaurante Zona Franca de Cádiz de uno de los clientes que desde hace años desayuna en el histórico establecimiento, que si nada lo remedia, cerrará sus puertas al público en las próximas horas.

Las despedidas, los abrazos y algunas lágrimas se han convertido hoy en los protagonistas de una mañana, en la que no se ha parado de servir desayunos y atender con la misma amabilidad de siempre a los numerosos clientes que frecuentan un negocio que en 2016 cumpliría sus Bodas de Oro tras más de 50 años de existencia.

Las razones, según los empleados, son económicas. Sin embargo, a día de hoy tan solo han recibido el aviso de cierre, previsto para el día 30 de noviembre, de forma verbal.

En las últimas horas, los abogados que representarán a la plantilla en su litigio con la empresa, han recibido una carta para una reunión esta tarde, en la que probablemente se oficializarán los despidos para echar la baraja del local hoy mismo.

Según afirman los trabajadores, se trata de un cierre patronal, basado en los malos datos económicos que arroja el negocio. De hecho, algunos de los empleados han dejado de percibir parte de sus salarios en los últimos meses a consecuencia de las dificultades que atraviesa la empresa.

El Restaurante Zona Franca abrió sus puertas en 1966 por iniciativa del empresario Isidoro Díez, que ha estado al frente del establecimiento hasta que se jubiló en el año 2006. Desde entonces hasta la actualidad, el bar ha estado en manos de Rafael Romero, con quien La Voz no ha podido contactar tras numerosos intentos.

Desde que abrió al público hace 48 años, el Restaurante Zona Franca ha sido un referente en la ciudad y el principal negocio que abastece desde sus inicio a los usuarios y empleados del polígono industrial de la Zona Franca. A base de menús, tapas y desayunos, el local da respuesta a los trabajadores de la zona.

Desde sus orígenes, uno de los sellos de identidad de su carta han sido los churros. Gaditanos, jóvenes y mayores, y foráneos no dejaban pasar la oportunidad de degustar los sabrosos churros que se servían a diario y que en su mejor época llegaban a hacerse hasta 30 kilos a diario. Un servicio que también dejó de ofrecerse a los clientes hace algunos años por decisión del empresario.

Sin duda, el cierre de este mítico negocio es una consecuencia más de la crisis económica que sufren muchos de los empresarios del sector de la hostelería, uno de los que más están padeciendo la situación del país.