semana santa 2014

¿Sabías que...?

Las cofradías gaditanas son fuente de curiosidades, misterios y aspectos desconocidos

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Entre tanto fulgor, los pequeños detalles son terreno vedado para los más observadores. Para ellos, o para ese cofrade abnegado que conoce hasta el último detalle de su hermandad. Ese hermano que se gasta y desgasta en sus ratos libres por que la plata luzca limpio, porque los cultos sean de lo más espectacular y digno, porque la Semana Santa sea tan grande como pequeña. Tan llena de magnificencia, como cuajada de anécdotas, curiosidades o misterios dignos de ser relatados. Sirva este reportaje como ejemplo de la historia pequeña de la Semana Santa de Cádiz, como pinceladas. Son todas las que están, pero no están todas las que son, cada cofradía tiene su anecdotario particular digno de ilustrar de conversaciones a relatos de lo más variopinto.

Entre las curiosidades buscadas, una se ha incorporado desde hace bien poco a la lista de la Semana Santa gaditana. Desde este Lunes Santo un cofrade podrá decirle a otro, «a ver si eres capaz de encontrar el cangrejo», al estilo de la rana de Salamanca o el pajarito de la iglesia de San Pedro de Sevilla. Será en la cofradía de Vera-Cruz, concretamente en la trasera del palio de la Soledad. Allí, a parte de admirar uno de los grandes estrenos de este año, los impresionantes candelabros de cola, se podrá buscar a este espécimen tan gaditano.

Concretamente es un cangrejo moro que, entre tanta decoración rocalla, habrá que buscar en uno de los brazos de las piezas de orfebrería. En la oscuridad de la noche y en un paso en movimiento, será todo un reto en contrarlo. Más sencillo fue en el acto de presentación de días pasados. Para la inmensa mayoría que no lo ha encontrado aún, dejamos a su agudeza visual en qué candelabro y brazo se encuentra el cangrejo.

Al parecer, el molusco es un detalle que ha querido tener el orfebre con la ciudad de la que recibió el encargo. Curiosamente, no es la primera vez que el taller de Ramos Espinosa, de La Rinconada, hace estos guiños a los más observadores. Cuando se encargaron de la realización del paso de la Virgen de los Desamparados de Jesús Caído, tuvo otro detalle singular. La base de los cuatro candelabros del paso de líneas renacentistas está dedicada a San Juan de la Cruz, Santo Tomás de Aquino, el Beato Diego José de Cádiz y el Beato Guillermo José Chaminade. Hasta aquí todo normal, al espectador nada sorprenderá, a menos que conozca al hermano mayor de la cofradía, Pedro Reynoso. Será entonces cuando descubrirá el extraordinario parecido entre la cara del Beato Chaminade y la de Reynoso. Tan parecidos son, que son el mismo. Como recuerda Reynoso, el orfebre José Manuel Ramos quiso hacer un pequeño homenaje al que por aquel entonces era hermano mayor (y que hoy en día vuelve a ser), repujando a Chaminade con su rostro.

Hoy en día, es una anécdota que atesora la hermandad. Una cofradía que pese a una andadura no especialmente larga, tiene una importante leyenda. Poco después de su fundación en la iglesia del Carmen, en 1942, comenzó a labrarse una leyenda. Miguel Láinez Capote talló a Jesús Caído valiéndose de una viga de caoba del convento. Y así siguió la creencia hasta que llegó la restauración de Francisco Arquillo en 2011. En su informe desmontó el mito: ni era caoba la madera de la que está hecha el Señor ni se apreciaba en su estructura viga alguna. Y eso que incluso dio nombre al boletín que durante años tuvo la hermandad, La Viga.

En cuanto a los materiales, dos hermandades atesoran importantes curiosidades. No es casual que a la hermandad de las Cigarreras se las conozca por este nombre. La relación con la institución es casi centenaria. Precisamente por ello, la hermandad posee un importante detalle. Su Cruz de guía, realizada en madera y plata tiene una materia prima muy singular, las cajas de madera con las que se transportaban los cigarros una vez manufacturados en la cercana Fábrica de Tabacos. La Cruz fue realizada en los años 80 y se quiso ligar de esta forma su producción con la institución a la que tanto debe la hermandad.

La curiosidad y la anécdota también rodea la elección de la advocación de la titular mariana de la hermandad de La Paz. Según cuenta el cofrade Jesús Luis Astorga en su artículo ‘Curiosidades de la Semana Santa gaditana’, la elección de Virgen del Amparo se realizó tras la bendición en 1948 de una forma muy curiosa. Se sugirió como nombre Dulce Nombre, Refugio, Socorro, Consuelo y Amparo. Para aclarar la duda se decidió que fuera la mano inocente de un niño la que sacara de una bolsa la papeleta con el nombre: María Santísima del Amparo.

Agua de San Pedro a Columna

Y si la cosa va de leyendas, de Santa Cruz a San Antonio se teje una con el mismo protagonista: la lluvia. Sin duda, la más conocida es la de San Antonio. Allí, el Señor de la Columna recibe el apelativo cariñoso de ‘El Aguaor’. Tanto es así que la imagen llegó a salir en siglos pasados en procesiones rogativas ante largos periodos de sequía. Hoy será casualidad, leyenda, superstición o nada, pero el mayordomo de la hermandad, Juan Carlos Rincón, confirma que algo hay: «No falla, cada vez que movemos al Señor llueve». Y añade un matiz más: «Ocurre cuando se le deposita en el suelo». Más reciente y casera es la leyenda de Santa Cruz, con igual ‘leimotiv’. La talla de San Pedro normalmente recibe culto en el Torreón del Sagrario. Y de allí no se debe mover porque la amenaza es clara: cada vez que el santo se mueve la lluvia está garantizada.

En la misma iglesia de Santa Cruz hay una anécdota que esta Madrugá será protagonista. La imagen de San Juan volverá a procesionar junto a la Virgen de la Trinidad. La talla fue realizada por el escultor Francisco Buiza aunque curiosamente, pocos rasgos tiene de él. El motivo es que la talla es una copia que el escultor realizó del San Juan Evangelista de la hermandad sevillana de la Amargura, obra atribuida a Benito Hita del Castillo, de 1760. El motivo de esta copia no es casual, justo en los años que Buiza realiza el San Juan del Medinaceli, efectuó también la restauración del San Juan de la Amargura.

No es la única curiosidad que conecta Cádiz con Sevilla, concretamente con la Macarena. En 2009 la Virgen de la Macarena estrenó una saya realizada por Francisco Carrera. El bordador, para tan excepcional pieza empleó bordados del siglo XIX que tenía la hermandad. Hasta aquí todo normal si no fuera porque las piezas que componen el bordado son exactamente las mismas que componen un terno para la Inmaculada de la Catedral de Cádiz. En cualquier caso no existe la certeza de que dichos bordados provengan de algún tipo de casulla o dalmática que perteneciera a la Seo gaditana. Sí se sabe que el terno, que fue restaurado recientemente, es del mismo siglo que los bordados que poseía la Macarena.

Al parecer existía un taller de bordados en Cádiz que trabajaba para la Catedral. Por tanto, puede ser que dichas piezas sí pertenezcan al citado terno o que el taller empleara los mismos diseños para otras prendas y alguna de éstas acabó en Sevilla. Lo que sí es seguro es que la Catedral gaditana ha sido víctima de un expolio importante a través de los años. De hecho, hay más de una hermandad gaditana cuyos bordados proceden de la Seo gaditana y que hoy lucen reconvertidos en sayas o mantos. En definitiva un compendio de anécdotas y curiosidades que se atesoran con mimo en iglesias, capillas y casas de hermandad.