la última

Butifarras, chistorras y chorizos para la cadena independentista

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Del «Espanya ens roba» al de «Catalonia is not Poland», se podría acudir a otro de fabricación de los obreros de Sharp que rezaba «els nostre burguesos ens roba i de quina manera». Oriol Pujol percibió junto a varios socios al menos cinco millones de euros de comisión por facilitar la salida de Cataluña de tres multinacionales japonesas. Según informó la prensa nacional a cerca del caso ITV lo hicieron a través de la compañía Alta Partners, presidida por un amigo de Oriol, y de la que es consejera la esposa del hijo de D. Jordi. Esta sociedad, muy catalana ella tenía entre otros cometidos, la de limpiar de trabas legales los procesos deslocalizadores de las multinacionales. Debe ser un especial objeto social recogido estatutariamente. No me refiero al Estatut, a este me referiré después, sino al de la sociedad mercantil. Quizás, estos especiales objetos societarios son parte natural del Derecho mercantil típicamente catalán. Tan típico como lo es la butifarra en Cataluña, la chistorra en el país Vasco o el chorizo en toda España. Todos estos especímenes de chacina hispánica tienen en común su conformación a base de trozos de carne de cerdo trinchada y sangre básicamente, depositadas en vísceras de puerco a modo de morcillas más o menos gruesas.

Pasemos del concepto gastronómico del chorizo, a otro mucho más controvertido, pero cuya acepción es universal en los distintos idiomas españoles, el del hombre chorizo. No conozco la lengua catalana ni la vasca, pero supongo que al que se especializa en el arte del «birloque», al que «choricea», no lo llamaran chistorro o mejor dicho txistorro, ni butifarro o botifarro, como marcan los cánones lingüísticos catalanes, lo denominaran chorizo a secas, o sea sin pan. Por lo que hilando voy, hilando vengo, veo la existencia de importantes conexiones entre los distintos idiomas españoles. Es evidente que un Estado que comienza a crearse en pleno siglo VIII, cuando la Reconquista era un hecho cierto, tiene importantes connotaciones comunes en todas las partes de su territorio. Seguro que por aquel entonces había nobles, señores, damiselas, segadores y pastores chorizos, aunque no sé como lo denominarían en cada territorio o reino. Porque no se nos olviden dos hechos importantes. El del otorgamiento de la condición de hidalgos a la práctica totalidad de vizcaínos, concediéndoles fuero propio en cuya virtud quedaban exonerados del pago de impuestos a la corona, fue por su ejemplar comportamiento con ésta. En el caso catalán y la pretendida por muchos de ellos, justificación histórica del concepto de nación, fue la Guerra de Sucesión Española. Ésta supuso un conflicto internacional que duró desde 1701 hasta la firma del Tratado de Utrecht en 1713 y que tuvo como causa fundamental la muerte sin descendencia de Carlos II de España y cuya consecuencia fue que derrotado el pretendiente austríaco se alzó con la victoria el de la casa francesa de Borbón. En España hubo división en relación con los apoyos a los dos pretendientes, pero nada más.

A pesar de los chorizos, botifarros y txistorros, los cuales abundan sin duda en toda la geografía española, España espero que siga siendo España por los siglos de los siglos. Al menos los próximos trece siglos, los mismos que suponen a día de hoy su existencia pasada. Les deseo a los de la cadena una buena ingesta de chorizos, botifarras, longanizas, txistorras y salchichas. Riéguenlo con cava del bueno y duerman la mona. Cuando despierten léanse la Constitución y sigan soñando despiertos, si es que eso les conmueve.