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Aikido, el arte de la paz

Desde su llegada a Cádiz a finales de los 70, esta disciplina se ha extendido por la provincia y ha difundido la ‘no violencia’

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El respeto es máximo en el tatami. Nadie pisa sobre él sin descalzarse previamente. Una imagen del Gran Maestro Morihei Ueshiba preside la sala. Manuel Aranda saluda a sus alumnos y estos le corresponden y guardan silencio. El aikido es armonía, unanimidad, amor, energía, fuerza vital, camino, vía... Manuel es tercer Dan en cuatro federaciones y lleva muchos años practicando este deporte al que como él mismo reconoce llegó por casualidad. Ahora está al frente de la escuela chiclanera Aikikai de la disciplina japonesa más sutil y elegante. «Excluye la competición porque su finalidad no es la de entrenarse para ser el vencedor sobre otros, sino para luchar contra las propias debilidades y defectos», aclara. Manuel es uno de los principales promotores de este arte en la provincia de Cádiz donde su maestro José Antonio García Díaz introdujo por primera vez este deporte a finales de los años setenta. Desde entonces hasta ahora, el Aikido ha ido creciendo y evolucionando. «Es un método único de defensa personal adaptable e igualmente eficaz frente a uno o varios agresores. Combina movimientos prácticos de defensa personal extraídos del arte del combate con espada o lanza y otras formas antiguas de arte marcial», explica Manuel. La escuela chiclanera Akikai practica en el Dojo Tai-zen-do de Chiclana, ubicado en la calle Guitarra. Ese centro es un auténtico lugar de enseñanza y experimentación de valores morales y físicos. Manuel Aranda defiende el espíritu particular de ‘no violencia’ que caracteriza al aikido «el único reconocido por el gobierno japonés como arte de la paz», y además destaca que este arte se puede practicar a cualquier edad. El maestro de la escuela Akikai Chiclana fue uno de los pioneros en introducir el aikido para edades más tempranas cuando en 2004 participó en la creación de la escuela infantil de San Fernando. «A los niños les proporciona gran capacidad física, flexibilidad, concentración, equilibrio... y a los mayores les sirve para obtener paz interior, relajación y adquirir buena condición física. Aquí tenemos dos ejemplos de adultos, Luis y Alberto, con 78 y 72 años respectivamente, que realizan su práctica en el dojo como cualquier otro alumno de la asociación».

El aikido, basado en las técnicas de los antiguos samuráis japoneses, está más vivo que nunca. «Es un arte marcial, un sistema de autodefensa sin que exista rivalidad y se obtienen los beneficios de practicar un deporte», concluye Manuel.