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Sin recursos

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El lunes 16 un hombre pedía en la calle Ancha con un cartel que rezaba «sin recursos». Eliminaba las caducas llamadas a la compasión, la primera persona, los «por favor», las calamidades, los «una ayuda», que desde hace años nos ahuyentan de la misericordia. Estuve tentado de preguntarle si la fórmula era propia, depurada hasta el punto de suprimir sujeto, verbo y predicado. Supuse que sí, y me pareció que se trataba de un gaditano intentando ser profeta en su tierra.

El mensaje no trata de acercarnos a él como si fuera otro, sino uno mismo, haciendo pensar que tal como está este hombre pidiendo, podrías ser tú el del cartón escrito. Sucede como con el olmo seco de Machado: al hablar de las hojas verdes que brotan de un árbol que parecía acabado, habla del árbol, de sí mismo, de cualquiera de nosotros. Habla de España. A sólo 10 metros de un escaparate donde se venden centros de gominolas a 19,95.

Nos podrá hacer pensar que sin recursos (SR) económicos, pero sí con los que sirven para salir adelante, podemos hacer muchas cosas, como bañarse en el mar y tomar el sol. En Cádiz se puede, como vienen haciendo en los distintos barrios los comedores para personas SR, varias ONG, o los grupos que desde el año pasado pelean en los barrios desde el Centro a La Laguna contra los desahucios. Qué decir de los jubilados que comparten la pensión con la familia SR echándole vino al agua.

El Ayuntamiento y el Consorcio de 1812 de esta ciudad bicentemilenaria han organizado desde ayer 10 días de circo náutico y carnavalero, del cual vamos también a poder disfrutar SR. Pagado con dinero público, cada consumidor podrá disfrutar SR propios, sin factura, sin IVA, por la cara. Y también nuestros deseados visitantes, a los que esperaremos una vez más con los brazos abiertos y las tiendas cerradas.

Así que si vuelven a encontrarse a alguien con este cartel, y pide dinero, no piensen que para qué podrá necesitarlo si tantas cosas podemos hacer SR. Piense que quizá usted podría encontrarse en poco tiempo con esa situación, pendiente de satisfacer esos caprichos diarios que cuestan dinero, o las facturas mensuales, o esos regalitos que de vez en cuando nos piden los niños por el hecho de ser ellos y nosotros quienes somos. Sin recursos.