semana santa

El Martes Santo soñado

La lluvia respetó ayer a las cofradías que hicieron su estación de penitencia

Jerez Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hay cofradías que se toman en serio su estación de penitencia. O mejor dicho, que hacen de su estación de penitencia una forma de expresar lo que son, lo que han sido, y lo que quieren ser. Otras, simplemente, hacen estación de penitencia, que no es poco. Es justo lo que marcan sus reglas. Pero las que dan un paso más, las que buscan la gloria, las que no se conforman con lo que tienen o han heredado, sino que luchan por mejorar en cada rincón de su recorrido, esas, son las que luego quedan como cofradías históricas, y a las que los siglos confieren luego el aliento de legendarias, de míticas, de cofradías de siempre con aires clásicos y románticos.

Esa es la lucha de las hermandades que hacen su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. Concretamente, de las tres primeras, porque los Judíos juega en una liga distinta, la que le permite su antigüedad y patrimonio jugar. La liga de las cofradías míticas, como decíamos, y a la que sólo la historia te da derecho a pertenecer. Tiene mérito, por tanto, lo que realizan el resto, porque se ponen al nivel de la hermandad del Desconsuelo apostando por su patrimonio, por su estética, por sus cortejos, por sus bandas.

Que nadie se confunda por tanto. Durante unas horas, las que dura la estación de penitencia, Clemencia, Amor y Defensión, cada una con sus virtudes, elevan su nivel de manera exponencial convirtiendo la tarde del Martes Santo en un conjunto de colores y aromas propios de jornada grande de la Semana Santa, porque el Martes Santo, desde hace unos años hasta hoy, lo es. Lo es gracias al empuje de las cofradías, lo es gracias a convertir los defectos en virtudes, la escasez en abundancia. Cortejos escasos los tres, pero sin complejos. Perfectamente estudiados, dispuestos con pulcritud, los nazarenos de las tres cofradías realizaron su estación de penitencia, mientras que las bandas y los pasos se llevaban la gloria. Pero la gloria de verdad, la que debería ser contada una y otra vez, se la ganaron de nuevo los cientos de personas que quisieron vestir su túnica y acompañar a sus sagrados titulares. Esos son, o deberían ser, los verdaderos protagonistas.

Las bandas, de categoría

Era una tarde musical de muchos quilates, y así se confirmó luego. La presencia en Jerez de la Centuria Macarena o de San Juan Evangelista era un presagio de que las cornetas iban a ser las dueñas de la tarde, y así fue. Y además, y esto hay que destacarlo, con dos estilos absolutamente diferentes. Hace tiempo que los aires de Triana han monopolizado los sones musicales, con alguna excepción para los estilos cigarreros, tan llevados antes, tan echados de menos hoy. La presencia de la Centuria tras el crucificado de la Defensión resultó un soplo de aire fresco, curioso, en una de las bandas más clásicas del panorama musical sevillano. La hermandad de la Defensión, incluso en esto, acertó de pleno. Una estación de penitencia acorde con el nivel que últimamente está demostrando la hermandad, y sobre todo, con el recuerdo del que fuera su hermano mayor, Guillermo Vallejo, constantemente en cada chicotá, en cada levantá de los pasos. Incluso la eucaristía preparatoria a la salida fue aplicada por su eterno descanso. Un dolor callado, en definitiva, austero y sincero, como sabe hacer las cosas la cofradía del convento de Capuchinos.

No nos cansa Triana, bien es cierto. Nos aburre que todas las hermandades tiren del mismo hilo. Pero cuando te traes a Triana, a su filial, directamente, y escuchas a más de cien músicos dejándose los labios tras el crucificado del Amor por la calle Francos, la historia cambia sustancialmente. San Juan Evangelista demuestra un año más estar a un nivel extraordinario, y catapulta de nuevo a la hermandad del Amor a cuotas que tiene desde que trae a bandas de primer nivel. Nunca nos cansaremos de alabar el gusto de una cofradía que entiende que en la estación de penitencia, los ahorros van en perjuicio de la propia hermandad. Así que maravilloso el paso del Cristo del Amor, con los Remedios escondida entre sus figuras secundarias, y sorprendente el paso del Cautivo, que va cogiendo ya hechuras de paso de misterio generoso, abundante en sus formas, de los que tanto gustan por esta zona de Andalucía.

La Clemencia, por su parte, volvió a cimentar su presente en el paso de misterio. Una apuesta inteligente, por un lado, pero arriesgada por otro. Es evidente que el Señor camina de manera solemne por Jerez, que tiene un capataz de bandera al frente, y que la banda de los Gitanos es única. Impresionante, de nuevo, la entrada en Carrera Oficial, y rotundos los sones de la corporación cuando pasaron por Tornería. Pero de nuevo el cortejo, aunque perfecto en su composición y estructura, parecía excesivamente escueto antes de confirmar los datos oficiales. Seguro que por el Polígono ya están trabajando para continuar como este año aumentando el número de hermanos con túnica, y eso que acertaron al salir media hora después y reducir el número de horas en la calle por temor a la lluvia que amenazó la salida.

Y los Judíos pondrá de nuevo el epílogo brillante a la jornada. Una cofradía de barrio, de época. Un paso de misterio único haciendo las delicias de sus devotos, y un paso de palio que parecía menos palio por el manto liso del Desconsuelo. De nuevo, un cortejo rutilante, y ese desorden organizado tan característico de la hermandad de San Mateo. Un final brillante a una jornada preciosa, digna de una Semana Santa como la de Jerez.