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Sangre de dragón, centenaria y protegida

Cultura declarará Bien de Interés Cultural el drago del Tinte, el más antiguo de la ciudad

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En esta vida nunca se sabe, pero a todas cuentas vivirá para verlo. Vio como se gestó, luego fue testigo de su primer centenario. Ahora, de los 200 años. Y si la salud lo guarda, verá el tricentenario. Será una muesca más en su vida, pero el acto de chulería es evidente. Si hablara, seguro que diría: «Yo vi como se proclamó La Pepa». Más que nada porque es el único testigo vivo de lo que ocurrió aquel 19 de marzo de 1812. Y, a pesar de no ser humano, eso le ha bastado al drago centenario del Tinte para ostentar el más alto grado de protección que contempla la Ley de Patrimonio Andaluz. "El legado patrimonial de los lugares de las Cortes y la Constitución de 1812 en San Fernando, Cádiz y la Bahía" es el nombre del documento que protege como Sitio Histórico a este árbol que contribuye a crear un escenario mágico en pleno centro de Cádiz.

En la actualidad, la protección se encuentra en fase de exposición pública como último paso antes de entrar en vigor. El proyecto contempla proteger más de un centenar de lugares, espacios o bienes muebles. Y en toda esa amalgama a proteger, destaca el blindaje al que será sometido el árbol más antiguo de la ciudad.

Entre 260 y 300 años se le atribuyen a este drago de 12 metros de alto con una copa 10 a 12 metros. Se yergue torcido pero orgulloso de una edad que solo puede presumir de alcanzar el drago que se conserva en el patio del Obispado (al que se le atribuyen unos 250 años). Lo que más destaca de esta protección como Bien de Interés Cultural (BIC) -en su manifestación de Sitio Histórico- es la propia justificación: «Haber sido testigo vivo de los acontecimientos». Aquel 19 de marzo, el Callejón del Tinte fue uno de los puntos por los que pasó la procesión cívica y ese es el motivo que más ha pesado para su blindaje.

Más difícil resulta de explicar la fascinación que produce el árbol del patio de Bellas Artes. Su nombre científico es "Dracaena draco" y desde los albores de la humanidad se le atribuyen cualidades casi milagrosas. La mayor parte de ellas se debe a su sabia, color rojo. De hecho, se conoce como "sangre de dragón". Es una especie propia de zonas mediterráneas, aunque también de África y de las Islas Canarias. Sus necesidades de supervivencia le delatan: mucho sol y poca agua.

Aunque también Cádiz es zona propicia para su supervivencia. El historiador Jorge Ramón Corzo en "El drago de Cádiz en un bronce samio del siglo VII a.C." recoge a través de Estrabón (coetáneo de Cristo) una descripción: «Poseidonio habla también de un árbol que hay en Gádira con las ramas dobladas hasta el suelo (...). Sobre el árbol de Gádira se cuenta además que al romperse una rama brota leche y cuando se corta una raíz sale jugo bermellón». La famosa sangre de dragón con usos medicinales, para esmaltar cerámica, barnizar o incluso como materia prima de inciensos.

Sin embargo, la cualidad más conocida de su sabia es la de tinte. En Cádiz, la atribución resulta redonda al callejón donde está ubicado, al que le da nombre. El aspecto oscuro y estriado del tronco se debe a su edad centenaria, jalonada por unas pautas de crecimiento tan curiosas que todavía hoy admiten dudas entre los naturistas. Florecen cada 15 años, momento en el que suelen ramificar, aunque no con regularidad. El propio Corzo reconoce haber visto florecer al del Tinte más de una vez.

El drago de Bellas Artes es el sucesor de uno más antiguo, que como Corzo cuenta se conservaba en la plaza de Mina. Ese antiguo ejemplar pertenecía a su vez a la huerta de los franciscanos. Lo cierto es que no es la primera vez que desaparece en la ciudad un drago centenario. Al de Medicina, traído por Virgili, se le atribuían cientos de años y fue abatido por una tormenta. El de la Puerta de Tierra (tenía unos 50 años) también pereció víctima de la humedad del terreno.

Un inconveniente que perjudica a Corzo, en relación al drago del Tinte. Visiblemente escorado y «asfixiado por el pavimento» parece correr la suerte de sus predecesores. De momento, sobrevive en un microclima mágico, escondido en un pequeño callejón. Y parece que el sitio no le sienta mal. El drago del tinte luce su mala salud de hierro con gallardía. El mismo testimonio que recuerda que Gadir, Gadeira, Gades, Qadis o Cádiz también es tierra fértil para la sangre de un dragón.