crítica

El protagonista invisible

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Andrew Wyke, hombre maduro, escritor reputado y apasionado coleccionista de juegos de estrategia, convoca al joven y apuesto señor Tindle para hacerle una propuesta un tanto peculiar. A los pocos minutos de su encuentro, Wyke rompe el hielo asegurando al joven que sabe que es amante de su esposa. Con las cartas sobre la mesa, el diálogo se mantiene en una frecuencia de tensiones y distensiones aparente, y entre enredos e intrigas que nos cuentan chantajes, propuestas indecentes y engaños. La obra esta estructurada como un duelo de trampas constante en el que las situaciones planteadas rozan el absurdo, y sobre todo, no llegan a ser creibles dadas las circunstancias de tratarse de una pareja de hombres supuestamente inteligentes y astutos, pero que a su vez, parecen no detectar cosas obvias de las escenas en las que se encuentran inmersos.

El montaje está acometido con una falta de acción dramática que lo hace pesado e ininteligible en general. Concretamente, la función que nos ha tocado visionar, ha estado plagada de errores técnicos de todo tipo: subidas de volúmen, tracks fuera de control, efectos de sonido a destiempo etc... lo que convirtieron en gran protagonista al técnico de luz y sonido que patinaba una tras otra, y que ni siquiera tuvo la delicadeza de modular la luz de la cabina para hacer un oscuro en condiciones al final del espectáculo.

El estatismo de la escena y su iluminación tan elemental y plana, la falta de movilidad y ritmo, los efectos especiales tan pobretones y la falta de proyección y energía escénica de Galiana, llevaron a pique a una representación que se salvo del naufragio absoluto gracias al correcto e interesante trabajo de Asier Hormaza. Buena presencia, trabajo vocal esmerado y un ritmo adecuado el de este actor vasco que tuvo un desenvolvimiento creible dentro del género; pero insuficiente, como para no tener que borrar de la memoria esta desafortunada representación.

Todos estos desafortunados sucesos afectaron más de la cuenta a la concentración de los espectadores, que al final, no aplaudieron rabiosos de pie como suelen hacerlo en el teatro de las Cortes; lo que refuerza la teoría de que de lo malo, también se aprende; y ojalá que esto sirva como experiencia para permitir al respetable, tener un mejor criterio cada vez.

“La huella”

Real Teatro de las Cortes

San Fernando

12 de noviembre 20:30

Original de: Anthony Shaffer

Interpretada por: Manuel Galiana y Asier Hormaza

Producción: Txalo

Dirección: Begoña Bilbao

Aforo: Casi lleno