En el campo. Manuel y Ramón Guerrero con la princesa británica en La Mariscala. :: L. V.
Jerez

Con tradición agrícola y ganadera

La familia Guerrero fue propietaria de los mejores caballos del mundo en el siglo XIX

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Con los Guerrero culminamos la letra G de esta sección, la que ha convocado a mayor número de apellidos de familias interesantes, con personajes ilustres: artistas, bodegueros, ganaderos e hijos predilectos de la ciudad. Aunque son varias las ramas de este apellido que conviven en Jerez desde hace casi dos siglos, hoy traemos a las páginas de LA VOZ a la que es descendiente de Manuel Guerrero Castro. Y con ella se trae, a su vez, una historia realmente apasionante, pues, amén de bodegueros y agricultores, fueron también afamados ganaderos, criadores de caballos de pura raza española, como también de los Hackney, magníficos corceles de tiro, de los pura raza para las carreras y de los extraordinarios cruzados a los que, buscando caballos que sirvieran para el trabajo en el campo, se llegó con éxito.

Emparentados por lazos de sangre, sus diferentes generaciones están relacionadas con múltiples familias jerezanas como son los González, los Domecq, los Díez, los Rivero, los Vega de Seoane, los Ruiz Mateos, los Maldonados, etc.

De los Guerrero podríamos resaltar dos ramas familiares: los bodegueros y los agricultores-ganaderos. Aunque los bodegueros se separaron de los ganaderos en el 1904 vendiendo sus bodegas y disolviéndose con el paso de los años, fueron los agricultores y ganaderos los Guerrero-Hermanos los que con el paso del tiempo demostraron ser gente de gran valía, listas y valientes para los negocios.

Dehesas

Esta audacia les valió para hacerse con gran número de dehesas, que compraban a largo plazo, por lo que ellas solas se pagaban, es decir, las rentas eran abonadas con lo que producían. Muchas de estas fincas eran procedentes de las desamortizaciones de Mendizábal y de Madoz, por lo que se adquirían a bajo precio y la mayoría de las veces sin dinero.

Cabe destacar que los Guerrero fueron los primeros propietarios de dehesas que les supieron sacar dinero al corcho. Esto fue debido a que los dos primeros ingenieros agrónomos que hubo en Jerez fueron dos miembros de la familia, los que, una vez terminadas sus carreras, fueron enviados por su padre a un viaje por Europa para que vieran lo que se hacía en el campo, en los países desarrollados.

Y fue en Alemania donde estos dos jóvenes ingenieros descubrieron las manufacturas del corcho, las que una vez en Jerez y en colaboración de otro joven ingeniero agrónomo, Gumersindo Fernández de la Rosa, becario del Ayuntamiento, comenzaron a comercializar el corcho, sacándoles un rendimiento notablemente mayor a las dehesas.

Pero fue en el sector de la ganadería equina, como criadores de caballos, donde los Guerrero destacaron sobremanera, ya que fueron una familia con unos grandes conocimientos del caballo, entusiastas de la cría y la doma del noble bruto en todas sus vertientes. De entre ellos podríamos destacar a Pedro Guerrero Castro, con toda seguridad la persona más entusiasta y de mayores conocimientos de cuantas hayan existido en Jerez.

Debido a ello, los Guerrero-Hermanos fueron en el siglo XIX los ganaderos criadores de caballos de raza española más importante del mundo, dejando con esta labor una profunda huella en la historia del caballo en Jerez.

Más tarde engrandecieron sus cuadras trayendo a Jerez caballos de pura raza inglesa para las carreras y, como ya hemos referido anteriormente, los Hackney, que aunque tuvieron sus detractores, que era una delicia verlos enganchados en el paseo de caballos en la Feria de Jerez.

Pero volvamos a los inicios de toda la historia, al que podríamos llamar el patriarca de esta conocida saga, Manuel Guerrero Castro, al que a mediados del siglo XIX, con apenas dos años de edad trajeron desde Grazalema a Jerez en el cerón de una burra, a la que, para que no se desequilibrara, pusieron de contrapeso una piedra en el otro cerón.

De Grazalema a Jerez

Aunque nace en la próxima localidad de Grazalema, crece y estudia en Jerez y se hace agricultor. Se casa con María de la Paz Lozano Jiménez y tiene nueve hijos, de los cuales es su hijo Manuel Guerrero Lozano el continuador de su labor, el que casado con Dolores González Gordon obtiene por su meritoria labor en pos de la agricultura y la ganadería equina la Gran Cruz del Mérito Agrícola, como también la Medalla de La Medauita, otorgada en este caso por el gobierno de Marruecos.

Como decimos, Manuel Guerrero Lozano contrajo matrimonio con Dolores González Gordon, fruto del cual tuvieron un total de cinco hijos: Pedro, María de los Dolores, Manuel, Ramón y María de las Mercedes. Los Guerrero González Gordon vivieron en la céntrica calle Corredera número 51, espléndida casa de amplio patio central, de las que por entonces abundaban en Jerez y que más tarde fue ampliada con la compra de la casa contigua que hace esquina con la calle Évora.

Continuando con su ejemplo y labor, sus hijos Manuel y Ramón prosiguieron con la actividad agrícola y ganadera de su padre, ya que su hermano Pedro ingresó en el seminario de los Jesuitas de El Puerto de Santa María y llevó una vida digna de ser beatificado, encontrándose en la actualidad en ese proceso.

En su finca-cortijo de la Mariscala, Manuel y Ramón Guerrero continuaron con la cría caballar llegando a tener 400 yeguas de vientre; y obteniendo múltiples premios y reconocimientos por esta actividad.

Real Escuela de Viena

En la década de los 60, siendo el alcalde de Jerez Álvaro Domecq, por exclusivas instancias y gestiones de Ramón Guerrero González, vinieron a Jerez los famosísimos caballos de la Escuela Española de Equitación de Viena, permaneciendo dos semanas en nuestra ciudad, donde dieron sendas exhibiciones en la plaza de toros con incursiones y muestras de la doma de esa alta escuela.

Tras su permanencia en Jerez iniciaron una gira por toda España durante dos meses, actuando en 14 plazas de toros. Tras la visita de la Escuela de Viena y en agradecimiento del trato recibido, enviaron a Jerez dos yeguas paridas y un semental, todos de raza Lippiziana regalo del gobierno austriaco a Ramón Guerrero González. Debido a ello, la hermana del Rey de Inglaterra en su visita a Jerez quiso ver los caballos Lippizianos por lo que estuvo en el cortijo de La Mariscala con los hermanos Manuel y Ramón Guerrero, siendo más tarde invitados por la Casa Real a la Semana del Caballo Inglesa.

Por su trabajo y su trascendencia en pos del noble bruto, la primera Feria del Caballo de Jerez fue dedicada a la figura de Manuel Guerrero Lozano.

El hierro de los Guerrero ha sido premiado y obtenido numerosos trofeos y reconocimientos, dando con ello múltiples satisfacciones a sus propietarios, los que consiguieron formar la que haya sido la mejor ganadería de Jerez; con méritos sobrados para aparecer en el libro de los Guinness, por haber ganado cuatro primeros premios en el mismo día en el hipódromo de Pineda de Sevilla.

Legado

Tras el fallecimiento de su hermano Manuel es Ramón Guerrero González el que coge el testigo del legado paterno de las explotaciones agrícolas y ganaderas.

Entre sus muchas actividades y gestiones, todas redundantes y beneficiosas para Jerez y su comarca, es digna de ser resaltada en las páginas de LA VOZ, las llevadas a cabo con la Compañía Aviaco, consiguiendo que esta efectuara el primer vuelo Jerez-Madrid, convenciendo a sus dirigentes para que continuaran con dichos vuelos y se instalaran en el aeródromo de La Parra.

Profesor Mercantil, Medalla al Mérito Agrícola, cónsul honorario de Bolivia en Jerez, Chevalier du Tastevin concedido por el gobierno galo, agente comercial, cofrade de la Hermandad de las Cinco Llagas y Amor y Sacrificio.

Sin embargo, Ramón Guerrero González carece del reconocimiento que merece como ganadero, no habiéndosele concedido todavía el Caballo de Oro.

Está casado con María del Dulce Nombre Pemán Domecq, hija del escritor y dramaturgo José María Pemán. Fruto de su matrimonio tienen nueve hijos: Manolo, Ramón, Pedro, José María, Esmeralda, Juan, Ángela de la Cruz, Mercedes y Pablo. En la actualidad, con 86 años, mantiene una excelente lucidez, por lo que continúa pendiente de sus explotaciones y negocios, disfrutando de la vida y de sus 29 nietos.