«No percibo las decisiones del Gobierno como una agresión»

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Aunque preside la Confederación Española de Religiosos (Confer), se desmarca de cualquier jerarquía. Es el representante de la infantería de la Iglesia Católica. El símil le desagrada, prefiere decir que está al frente de los que defienden la forma más accesible de vivir una religión. Viene a ser el líder sindical de los sacerdotes y las monjas, de la base, «somos la primera imagen de la Iglesia, creo que la mejor cara, la dimensión más caritativa y cercana». Alejandro Fernández Barrajón (Fuente del Fresno, Ciudad Real, 1960) lleva cuatro años en el cargo y está más convencido que nunca de salir al encuentro de la gente, sin temor a la dificultad de dialogar con los que no creen o creen distinto. Ayer, ofreció una conferencia en el colegio San Felipe Neri sobre la necesidad de crear puentes de unión con los laicos.

-¿Es fácil para los católicos dialogar con los no creyentes, como propone en su conferencia?

-Es una de nuestras misiones. Uno de nuestros deberes es el encuentro con todos, piensen lo que piensen, con las actitudes de Jesús.

-¿Es más difícil ese encuentro en los últimos años?

-Los obstáculos siempre han existido. Son los mismos de siempre y los mismos que encontramos en otras facetas de la vida cuando tratamos de hablar con los que piensan de forma distinta. No son más.

-Da la sensación de que el laicismo ha avanzado en los últimos años ¿Es mayor el reto?

-Yo no lo creo. La evolución en el diálogo entre católicos y no católicos es muy positiva. Ha avanzado mucho el encuentro.

-¿Se ha multiplicado la necesidad de la Iglesia de ayudar, con la que está cayendo en el mundo laboral, social y económico?

-Se ha multiplicado la necesidad de ayudar a las familias. Cuando alguien tiene un problema grave de carencias, en muchos casos, la parroquia es la ayuda primera. Tenemos presente que hay más necesidades. Para servir más y mejor.

-El obispo de Cádiz pidió hace unos meses que los religiosos, y los demás ciudadanos, dieran un 10% de su sueldo a Cáritas para ayudar a los más desamparados económicamente. Hubo cierto debate.

-Pues a mí me parece, como propuesta, muy respetable. Solicitar ayuda y reclamar el reparto de bienes forma parte de la misión de la Iglesia.

-¿Sería un alivio, una solución?

-La solución real está en nosotros mismos, en repartir. La crisis no ha caído del cielo y no la ha traido solo la economía ni los bancos. Si quisiéramos, de verdad, acababa mañana mismo. Es una crisis de valores propiciada por la avaricia y el egoísmo sin límites de unos cuantos a costa de la mayoría.

-¿Considera que leyes como la que respalda la asignatura de Educación por la Ciudadanía o la eliminación de límites de edad y receta para comprar la píldora postcoital suponen una agresión para los católicos?

-Yo no percibo esas decisiones como una agresión. Un gobierno tiene la obligación de legislar y trata de hacerlo para todos, estén de acuerdo o no.

-¿Sabe que en Cádiz hay listas de espera, grupos de padres excluidos y conflictos judiciales por tal de conseguir que los niños estudien en colegios concertados religiosos? ¿A qué lo achaca?

-Creo que mucha gente reclama una educación de calidad, no sólo en lo académico. Busca una educación con valores, con normas, con ideales. Eso, incluso al margen del concepto de religión, lo quieren muchos padres. Además, los religiosos tenemos muchos años de experiencia en la educación y, por tanto, mucho que aportar.

-¿Cree que hay un acoso a la educación concertada religiosa desde algunas instituciones públicas?

-Creo que la educación religiosa en nuestro país goza de gran libertad. Creo, sinceramente, que nunca ha tenido tanta.