Sociedad

AC/DC lleva el infierno a Barcelona

El conjunto de rock australiano actuó el martes en el Palau Sant Jordi ante 18.000 espectadores

| BARCELONA COLPISA MADRID Actualizado: Guardar
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El grupo australiano AC/DC hizo retumbar la noche del martes su campana del infierno en el Palau Sant Jordi de Barcelona ante unos 18.000 fans, recuperando grandes éxitos y tocando algunas de las canciones de su último disco, Black Ice, en el primer concierto que ofrecentras nueve años sin pasar por España.

Tras un vídeo palpitante en el que dos rubias pechugonas trataban de embaucar al conductor del tren, un Angus Young algo diabólico, para que frenase, la locomotora se estrelló en el escenario y ahí aparecieron Brian Johnson desgañitándose y Angus Young luciendo pantorrillas de colegial, entre fuegos artificiales, llamaradas y los gritos histéricos de sus fans.

Entonces arrancó el Rock and roll train de los australianos, y no hubo quien lo parase: entre el equipaje, grandes éxitos infalibles como Back in black, Thunderstruck y You shook me all night long, y poquísimas canciones del último álbum, por aquello de tener una excusa para volver en concierto pero dejando satisfecho al público, que se pirra por sus himnos.

Angus Young, que cumplió 55 años sobre el escenario barcelonés, correteó por él con toda su conocida variedad de gestos: que si la oca hacia adelante, que si el pasito y la patada al aire, que si los cuernos... Envidiable forma física la del eterno colegial que comparte Johnson, que no se cansó de buscar el calor del público por la pasarela.

Y si alguien aún dudaba de que Angus Young sigue teniendo el tipo de un chaval, para ellos fue un striptease casi integral en el que mostró las letras de AC/DC bordadas en el trasero de sus gallumbos, para luego seguir tocando el riff de The Jack como si tal cosa. Y Johnson, que no quería quedarse atrás, se colgó de la campana que apareció en medio del escenario con los primeros acordes de Hells bells.

T.N.T., Whole Lotta Rosie y Let there be rock fueron la traca final del concierto para el que AC/DC aún se guardaba dos ases en la manga: Highway to hell y For those about to rock (we salute you). Remate de un show en el que tienen tanto gancho las canciones como el espectáculo y el merchandising, porque no fueron pocos los que pagaron 10 euros por ataviarse con unos cuernos rojos y luminosos con los que entonar aquello de: «Pues el infierno no es un mal sitio donde vivir».

El cine español es la seña de identidad del Festival de Málaga , que en su 12 edición, que se celebrará del 17 al 25 de abril, se convierte en un escaparate del nuevo cine doméstico. Como en anteriores convocatorias, el certamen siempre ha prestado atención a los trabajos firmados por cineastas noveles, que este año cobran un protagonismo especial porque de los catorce títulos a competición, ocho son óperas primas y tres segundas películas. «La sección a concurso es un reflejo de la situación de nuestra cinematografía. En los últimos años han debutado unos 500 directores, hay muy pocos veteranos que trabajen con continuidad», argumenta Carmelo Romero, que se estrena como director en Málaga 2009.

El bautismo como cineasta del guionista David Planell, La vergüenza, abrirá la competición de esta muestra, en la que también aspiran a premio las primeras historias de Fernando González Medina, Samuel Martín Mateos y Andrés Luque, Ferrán Audí, Mar Coll, Lalo García, Carlos Torras y Borja Cobeaga.

También intentarán sacar plaza en el palmarés segundas producciones como Un buen hombre, con Tristán Ulloa y Emilio Gutíerrez Caba; El niño pez, de Lucía Punezo; y Flores negras, de David Carreras, que echará el telón al certamen.