DISFRUTE. Los juegos sustituyen a los deberes escolares. / A. V.
Ciudadanos

Madres a la carrera poco antes del almuerzo

Tres gaditanas muestran con su testimonio la dificultad de compaginar empleo y familia

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Centro Integral de El Palillero. A las siete y media de la mañana, siete pequeños ya ocupan un lugar en la mesa de la cuarta planta del edificio. Las monitoras, dirigidas por Gema Gómez, les dan el desayuno. Dos horas más tarde llega el resto de niños, hasta 40, de entre 3 y 12 años.

El personal que atiende a estos pequeños los divide por grupos de edades «porque los juegos son diferentes», explica la responsable. Hasta el viernes, además de realizar ejercicios de expresión corporal o pintar, también están aprendiendo un estribillo de Carnaval y han comenzado a pintar una careta.

Para los niños, permanecer en esta «guardería» significa diversión, porque no tienen deberes. Pero para las madres, acercarlos cada mañana hasta El Palillero, es una necesidad. Rosario Suárez ha recogido a su niño de 6 años a las 14.15 horas. «Acabo de salir de trabajar y he venido corriendo».

Charo, como le gusta que le llamen, confiesa que «no tengo más remedio que traerlo. Mi suegra es muy mayor. No puede hacerse cargo de él tantas horas. Y mi marido trabaja. Así que he pagado 35 euros para que alguien me lo cuide bien».

María Algaray y María del Carmen Soto también se acercan corriendo hasta El Palillero. Mirando el reloj, entran en el edificio y, unos minutos más tarde, bajan con sus hijos. María y María del Carmen también se han visto obligadas a traer a sus pequeños a El Palillero. María comenta que «mi madre se queda con él. Le encanta estar con su nieto. Pero el favor lo convierto en una obligación, y no es justo. Un día no pasa nada. Una semana es demasiado».

María del Carmen señala que «cuando empiezan el curso escolar ves el calendario de los niños e intentas encajar sus vacaciones y sus días de fiestas con los tuyos. Pero a veces es imposible». María del Carmen añade que «yo tengo, además, una hija de 24 años. Ella nunca tuvo la semana blanca, por lo que nunca surgieron problemas en Carnaval. Sólo salían un poco antes. Y mi madre recogía a la niña». Ahora, todo ha cambiado.