PREOCUPADO. Boyer no prevé una recuperación a corto plazo.
Economia

«El fondo de la crisis lo veremos en la segunda mitad de 2009 »

Cree que la respuesta de Europa ha sido tibia, aunque rechaza los mensajes apocalípticos y subraya que la inversión pública es más eficaz que bajar impuestos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El Estado debe intervenir. Miguel Boyer cree que la mejor receta contra la crisis pasa por un aumento de la inversión pública, un apoyo urgente a bancos y cajas y la concesión de ayudas a sectores como la construcción y el automóvil, del que dependen miles de puestos. Pese a lo preocupante de la situación, el que fuera ministro de Economía en el primer gobierno de Felipe González, que acaba de participar en una jornada económica en San Sebastián, huye del pesimismo. «El fondo de la crisis lo veremos en la segunda mitad de 2009, y no veo razones para que, después de la recesión, la economía española no recupere el dinamismo».

-¿Hacer predicciones es una profesión de alto riesgo?

-Las predicciones tienen, en general, márgenes de error bastante grandes y, más aún, cuando se produce un cambio de la etapa alcista de un ciclo económico a la fase de caída. Las economías no están regidas por leyes tan exactas como las de la física y las predicciones, aunque sean numéricas, deben tomarse más como orientaciones cualitativas. Afortunadamente, aunque aún no es posible predecir cuándo empieza una crisis, sí hemos aprendido, gracias a la teoría keynesiana y a sus desarrollos, qué instrumentos hay que utilizar para reducir los daños y acortar su duración al máximo.

-¿Y cuál es la receta?

-Las actuaciones pertinentes pasan por la intervención del Estado, aumentando la inversión pública lo antes posible, bajando impuestos después -en la segunda etapa de la crisis-, apoyando al sector bancario, que es vital para que no se corte el crédito, y ayudando a sectores especialmente sensibles. Un aspecto fundamental de la aportación de Keynes fue que las intervenciones estatales en caso de crisis no van contra el liberalismo económico -que es lo más eficaz en tiempos normales- sino que lo refuerzan, evitando episodios desastrosos como la Gran Depresión de 1929, que tanto contribuyó a que la gente buscara la solución orientándose, en los años treinta, hacia ideas y partidos totalitarios.

-¿Esta crisis es como la del 29?

-No. La crisis de 1929, que no previeron economistas de la talla de Irving Fisher o de Keynes, fue de una dimensión excepcional, porque no se sabía cómo combatirla e incluso la actitud de los gobiernos, desde el secretario del Tesoro americano -Mellon- hasta el ministro de Hacienda español -Indalecio Prieto-, fue contraproducente. El PIB cayó en los EE UU cuatro años consecutivos, con una reducción acumulada del 25%, un 27% del consumo y un 35% la inversión. Quebraron 5.000 bancos y la tasa de paro subió del 3% en 1929 al 25% en 1933. La crisis actual es muy seria, pero no comparable a la del 29.

-¿La recesión ha cogido con el pie cambiado a todos los gobiernos?

-Los norteamericanos han reaccionado con rapidez y con valor. Han puesto en marcha las medidas que hay que tomar.

-¿Y Europa?

-Ha reaccionado tarde, tímidamente y en orden disperso.

-¿Qué más factores han influido en esa tímida reacción?

-Ha habido bastantes políticos y economistas con la ilusión de que Europa estaba mucho más fuerte que América y que podría desacoplarse de la crisis de los EE UU. Por otra parte ha influido en el retraso que Alemania haya tenido una buena primera parte este año, por inercia. De hecho, tuvo tasas de paro de sólo el 7%, las más bajas de los últimos años. Así que el gobierno de Angela Merkel no ha tenido prisa en tomar medidas y no ha presionado al BCE. Todavía, a mediados de septiembre, pregunté a un miembro del Consejo del Banco Central Europeo cuándo iban a empezar a bajar los tipos y me contestó que todos, unánimemente, eran partidarios de no bajarlos. Luego, bruscamente, bajaron en octubre al 3,75%, a principios de noviembre al 3,25% y, ahora al 2,5%. El BCE se obsesionó demasiado tiempo con el peligro de inflación por los precios de las materias primas y no valoró, por un lado, que la inflación iba a pincharse por la depresión galopante y, por otro, que dada la lentitud con que tiene efecto la política monetaria, hay que utilizarla lo antes posible.

Lo más urgente

-Si la política monetaria es lenta, ¿qué medidas hay que tomar ya?

-La política monetaria no basta. Hay que recurrir a la política presupuestaria y a medidas sectoriales para apuntalar a los sectores importantes y que sufren más. Lo más urgente es ayudar al sistema bancario y a las cajas porque, aunque es un sector comparativamente sólido y sin riesgo de insolvencia en España, es necesario aligerar sus balances del exceso de riesgos que han asumido, con las empresas inmobiliarias y las hipotecas respaldadas por valores de las viviendas que están ya desfasados y en caída. Ofrecer que el Estado está listo para dar crédito con respaldo de activos triple A parece una cruel ironía: los bancos ya se las arreglan solos para hipotecar sus mejores activos. Aunque se ha avanzado bien en abrir fuentes de liquidez del BCE y de la Administración española, igualmente importante es reducir el riesgo de los bancos, o no darán nuevos créditos que aumenten ese riesgo.

-Mucha gente critica las ayudas a los bancos.

-Es evidente que los bancos, lo mismo que las empresas y muchos inversores, han cometido errores, los primeros dando crédito con mucho riesgo y los segundos endeudándose a tope. Pero la culpa mayor de una crisis con las dimensiones de la actual la tiene la política monetaria de la Reserva Federal (FED), que mantuvo el tipo de interés de referencia excesivamente bajo entre 2004 y 2006 por presiones políticas para no perjudicar la reelección del presidente Bush hijo. Así, el tipo de interés real -descontando la inflación- fue de -0,9% en 2003, -1,3% en 2004 y 0,4% en 2005. Eso alimentó las burbujas en los sectores inmobiliario y bursátil y creó expectativas de que el boom seguiría extendiéndose mucho tiempo.

-¿Qué más acciones echa en falta?

-Hay que aumentar la inversión pública, agilizando proyectos y acelerando en lo posible otros que se planeaban para más tarde. Lo que no tiene sentido es que la licitación pública haya caído en España en lo que va de año un 15%. La ayuda a la construcción, tanto en obra pública como en el sector residencial, debe hacerse; primero, porque tiene un fuerte efecto estimulante para el PIB, pero además por la importancia que ha tenido y tiene para el empleo: en los últimos 10 años la construcción ha aportado el 20% del empleo creado, frente a sólo el 5% de la industria. Esto es una evidencia que se impone tanto a los que aprecian el papel de la construcción, como a los que, sin sentido de las proporciones, se dedican ahora estúpidamente a denigrar el ladrillo.

-¿Conviene reducir los impuestos?

-En la primera fase de una crisis, el efecto de un aumento de la inversión pública tiene un multiplicador considerablemente mayor que el de una reducción de impuestos en cantidad equivalente, porque con ésta se ahorra en un alto porcentaje, en vez de invertirse. La reducción de impuestos será más conveniente cuando ya se haya superado el fondo de la crisis y los inversores privados empiecen a animarse. Así lo hicimos, desde el Ministerio de Economía y Hacienda, del que yo era titular, a mediados de 1985. Cuando ya se había hecho el ajuste de salarios y precios, y buena parte de la reconversión industrial, se decretó la libertad de amortización para las inversiones que comenzasen en 1985 y 1986, y tuvo un gran efecto. Por el contrario, intentar estimular la inversión privada en la fase de caída y pesimismo, es poco eficaz.

-¿Hay que echar una mano al sector del automóvil?

-Otra política sectorial que es sensata es la de ayudar a la industria del automóvil, por su importancia para el empleo, por las muchas empresas complementarias que dependen de ella y por su peso del 18% en las exportaciones españolas. Ha sido un gran éxito en España, ya que llegamos a ser el cuarto productor de automóviles de Europa.

-Prediga el final de la crisis.

-Hay bastante consenso respecto a que la crisis tocará fondo en la segunda mitad de 2009 y que, a finales de ese año, comenzará una lenta recuperación de la economía general que se reforzará en 2010 y 2011. Me refiero a la economía general, porque el sector inmobiliario no tocará fondo hasta 2010, o incluso hasta 2011, dado el enorme stock de viviendas nuevas sin vender y la lentitud del ajuste de precios. Casi todas las previsiones estiman, para el conjunto del año próximo, una caída del PIB de en torno a un punto.