Jordi Hurtado.
JORDI HURTADO PRESENTADOR

«Kiko Ledgard era un showman bestial»

Quienes han vivido sin televisión quizá puedan valorar mejor lo que supone que un aparato nos conecte con el mundo desde el sofá. Acostumbrado de niño a escuchar los seriales radiofónicos en grupo, Jordi Hurtado (Barcelona, 1958) sabe bien lo que supuso pasar de oír las historias a poder verlas, aunque fuera en blanco y negro y los peces de Viaje al fondo del mar no tuvieran color, ni siquiera el propio mar, que se movía en la escala de grises.

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Ésa y otras series como Bonanza o Rin Tin Tin marcaron la infancia de Jordi, que pasó de llamar a la puerta de los vecinos que tenían tele a recibirlos cuando llegó el primer aparato a su casa: «Yo tendría 8 años...».

Figura significada en los concursos, a Hurtado ya le gustaban de niño. De 'Cesta y puntos' recuerda que era «como encontrarse ante un examen», demasiado «rígido» quizá para ganarse el favor de los chavales. Más le gustaba Un millón para el mejor, que presentaron Joaquín Prat y, más tarde, José Luis Pécker. Ambos, dice, han sido dos de sus «referentes» televisivos. «Los dos me gustaban mucho, comunicaban muy bien y el programa era alucinante; daba un millón en aquella época y los concursantes se hacían muy famosos», evoca el presentador de Saber y ganar, otro concurso que va camino de convertirse, si no lo es ya, es un clásico de la pequeña pantalla.

A Jordi también le fascinaba por «espectacular» el Un, dos, tres. «Kiko Ledgard era un gran animador, un showman bestial» y tampoco podría despegarse de la pantalla cuando emitían Historias para no dormir o cualquier otro espacio con la firma de Chicho Ibáñez Serrador.

Eso sí, los domingos por la tarde apagaba la tele. «Sólo daban información deportiva, un peñazo horroroso» y tampoco logró ver nunca Por tierra, mar y aire, «un rollo castrense que nunca me interesó».