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DOMINGO DE... MÚSICA

La fructífera memoria

Los norteamericanos The Strugglers editan un nuevo trabajo merecedor de un destacado espacio en la pasarela folk-rock

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En un territorio tan concurrido como el nuevo folk-rock norteamericano, los autores están obligados a hilar fino para esquivar los riesgos de un arquetipo tan machacado y peligroso como cualquier otro. La cuantiosa oferta también presenta dificultades para un aficionado apremiado a indagar con cuidado y, sobre todo, con criterio en un proceso de selección que separe el polvo de la paja. Si no es así, se corre el riesgo de pasar por alto propuestas alejadas de los titulares, incluso de los medios especializados, cuya música contiene los suficientes atractivos para merecer mejor suerte.

Algo similar tiende a ocurrir con los discos de The Strugglers. Un oculto y modesto nombre procedente de una pequeña localidad de Carolina del Norte llamada Carrboro y que escenifica el ideario de un Randy Bickford decidido a encontrar su veta en el abarrotado triángulo cuyos vértices son country, folk y rock.

Dos álbumes titulados Done by (2001) y The New Room (2003), cuyo radio de acción apenas obtuvo resonancia en nuestro mercado, unidos a las cinco canciones del EP The Fair Store (2004) se encargaron de lanzar un aviso a navegantes. Sus canciones exhibían una concepción e interpretación que barajaba elegancia y emoción y que terminó situando a Bickford en los escenarios junto a colegas con mayor proyección pública como Magnolia Electric Co. o The Mountain Goats. Tuvo que llegar el excelente You Win (2005) para que el nombre de The Strugglers ganara definitiva consistencia en base a una progresión creativa que dejo constancia de su holgada solvencia también en los escenarios nacionales de la mano de una gira que pasó por el Campus Rock de Cádiz en abril de 2006 en un concierto compartido con Maquiladora.

La esperada continuación la pone ahora The Latest Rights (Acuarela; 2008) a modo de productivo ejercicio de nostalgia con el que Bickford reconstruye la geografía de su juventud. Sus nueve canciones -las que discurren entre las espléndidas Morningside Heights y My Slow Reflection- simbolizan capítulos del pasado a través de textos autobiográficos cargados de sutil poesía y precisa narrativa por cuyas costuras y entresijos desfilan recuerdos y emociones personales. Con el apoyo de amigos como Jim Bob Aiken (batería), Daniel Hart (violín). Alex Lazara (teclados) o Eric Haugen (guitarra) y arropado por certeros arreglos de cuerda y viento, Bickford refuerza el crédito de The Strugglers mediante un magnífico álbum liderado por una voz donde confluyen rasgos de Will Oldham o Richard Buckner. Composiciones más líricas y dinámicas cuya profundidad melódica convence al primer contacto. Temas cimentados en un estado de inspiración, espoleado por la memoria, cuyo balance constituye motivo de celebración.