Opinion

Necesario reajuste

El nuevo Gobierno que se constituya tras la investidura de Rodríguez Zapatero deberá afrontar de manera urgente los riesgos derivados de una desaceleración económica que está resultando más aguda de lo previsto por factores externos, pero también por las particulares características de nuestro crecimiento. El alarmismo que ha empezado a cundir sobre la fortaleza del modelo español, especialmente a raíz del acusado retraimiento del sector inmobiliario, está contribuyendo a minar la credibilidad del conjunto del sistema para responder a las dificultades sobrevenidas. Pero a la vista de la sucesión de datos para el pesimismo, el Gobierno también debería interiorizar su parte de responsabilidad en la pérdida de confianza de la ciudadanía, especialmente cuando la realidad ha ido desmintiendo los pronósticos más airosos. Así, la caída en las compraventas de pisos y en la cuantía del dinero prestado cuestionan que el aterrizaje de la construcción vaya a ser lo suave que se anticipaba, de igual manera que el euríbor no se ha moderado ante la persistencia de unos fuertes recelos interbancarios y que la inflación tampoco se ha contenido -el índice armonizado se ha elevado en marzo hasta el 4,6%- dados los altos precios del crudo y de los productos básicos.

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El anuncio de la Reserva Federal de que afrontará la mayor reforma en los mecanismos de supervisión del sistema financiero desde la Gran Depresión pone de manifiesto la envergadura de la crisis que han supuesto en EE UU la extensión de la operaciones de alto riesgo, sobre todo las vinculadas a la concesión de hipotecas en condiciones muy discutibles. Pero la iniciativa también demuestra que la FED sigue dispuesta a actuar para tratar de atajar el fantasma de la recesión, aunque eso suponga reforzar el intervencionismo del Estado. Es cierto que España disfruta de un superávit que le permite afrontar la desaceleración económica con mayores garantías que los países de su entorno, pero también que el modelo de crecimiento basado en el empuje de la construcción se asemeja más en sus debilidades al norteamericano que al de la mayoría de los estados europeos. De ahí que las circunstancias emplacen al nuevo Gobierno a presentar un plan de reajuste que conjugue una racional utilización de los fondos públicos disponibles con la implicación responsable de los agentes sociales y la ciudadanía en la reactivación de la economía.