Jamie Cullum, durante su actuación en Fuengirola
Jamie Cullum, durante su actuación en Fuengirola - R. G. Berro Blanco
MÚSICA

La noche sin reglas de Jamie Cullum en Fuengirola

El británico ofreció un concierto improvisado en el Castillo Sohail ante 2.000 personas entregadas

FUENGIROLA Actualizado: Guardar
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Nadie sabía lo que iba sonar. El concierto de Jamie Cullum en Fuengirola era una incógnita incluso para sus colaboradores, que afirmaban que el británico «improvisa» sus directos. «Tiene una lista de canciones, pero se las salta y la modifica sobre la marcha. Hasta el final no sabemos realmente lo que ha tocado», señalaban en la organización.

Y con esa introducción subió al escenario del Castillo Sohail el músico con pinta de veinteañero, pero que nació en Essex (Reino Unido) el 20 de agosto de 1979. «Prodigio del Jazz», le bautiza la prensa especializada. «No te vayas nunca», le gritaba un seguidor desde el tumulto de gente, mientras deformaba las reglas de la música con un piano convertido en una herramienta para hacer arte en «Work of art», que abrió la noche en el patio de la fortaleza mozárabe.

En «When I get famous» se subió por primera vez al piano. De pie sobre los bordes del instrumento empezaba la explosión de energía. «Don't you know» fue la primera versión que sonó. Homenaje a la composición de Ray Charles en 1957 en la que los gestos con la cabeza de Cullum transportaban a la versión de Stevie Wonder en 1962. En «I'm all over It» fue un director de orquesta para el público, que es una parte de la banda. No es una participación programa, como la que se hace con la «Marcha Radetzky» en el concierto de Año Nuevo en Viena. Es algo más. Mucho más. Jamie Cullum llega a dirigir al público como a un músico más. Los coros o las palmas son parte de la sonoridad de las canciones y se integran en ellas como en una especie de Jazz 3.0.

Sonó «Don't stop the music», éxito de Rihanna en el que el británico hace volar las reglas escritas de la música. Un pasaje por aquel tiempo en el que Cullum se sintió atraído por el hip-hop. En el escenario el artista entra en una especie de posesión musical, que le lleva a arrebatos en los que baila, salta en encima del piano o se tira al foso para saludar a los fans. «Sois increíbles», dijo antes de bromear con que era el primer británico que llevaba un día en España y no estaba aún quemado por el sol. Fue antes de dejar «What a difference a day made», versión del «Cuando me vaya» de la mexicana María Grever en 1953. Canciones encaminadas a salvar el alma –«Save your soul»–.

Dejó de vivir por el reloj en «Next year baby» y dos mil personas lo acompañaron cantando a dar vida a los sueños en «You're not the only one», hasta ser ciudadanos de todo cuanto podían ver en «Everything you didn't do». Jamie Cullum es la única normativa válida, por eso dirige a la orquesta y pide a la banda que se divierta, dando momentos de gloria a cada músico. Comenzó «These are the days» y se iluminó «Everybody love the sunshine». «Shape of you» de Ed Sheeran volvió a ser una canción en sociedad, hasta que «Sinnerman» recordó como Nina Simone alcanzó en 1965 el paraíso del jazz que Cullum llevaba escrito en la espalda.

Fue el momento de emprender camino a una nueva fiesta. «Os quiero, sois los más», dijo cuando sonaba «Get you way». Pero no podía irse. La hora y media de concierto había sabido a poco. El caos había cobrado sentido. No era el momento de abandonar a un público entregado que lo hizo regresar con un ataque de risa que le obligó a parar «All at sea», pero que remató con «High and dry» llevando la nostalgia a todos los presentes. Montaña rusa de emociones que acabó con un chute de adrenalina llamado «Mixtape».

Con los coros se quedaron las más de dos mil personas, mientras la furgoneta esperaba arrancada a las puertas del castillo de Fuengirola, no habían acabado de cantar los fans, que se esperaban a los pájaros negros –«blackbird»–, cuando Cullum puso rumbo a una nueva cita cumpliendo la ley del compositor americano George Gershwin en la que decía que «en la vida, como en el jazz, es mejor cuando se improvisa».

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