El sacerdote Eloy Jiménez, delante de la Virgen de la Piedad, al fondo
El sacerdote Eloy Jiménez, delante de la Virgen de la Piedad, al fondo - ana pérez herrera
expolio a la virgen de santa olalla

Los ladrones destrozaron la corona de oro para robarla

El agujero que abrieron en la caja fuerte de la iglesia con una radial es mucho más pequeño que la pieza

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El sacerdote Eloy Jiménez Batres tiene la mirada perdida. Está muy apenado. El robo de las dos coronas de la Virgen de la Piedad de Santa Olalla, valoradas en 120.000 euros y 18.000 euros, le ha dejado abatido. Dice que se siente tan triste no tanto por el elevado valor material de las piezas, sino por el sentimental. «Nunca me imaginé que alguien quisiera robar las coronas», se lamentaba este martes el párroco de la iglesia de San Pedro Apóstol mientras contaba a ABC, con la imagen profanada al fondo, cómo descubrió el robo.

Las valiosas piezas eran guardadas desde hace tres años en la caja fuerte del templo, levantado en pleno centro de este pueblo (3.015 habitantes censados), hasta que unos ladrones las robaron la madrugada del lunes junto con otras joyas, como sortijas o pulseras, donadas a la patrona por los fieles.

Los delincuentes se llevaron las coronas rotas, si bien, en el caso de la más cara (de oro), la tuvieron que hacer añicos para poder sacarla por el agujero, un rectángulo de 10x10 centímetros por donde cabe una mano, que abrieron con una radial en la caja de seguridad, anclada en la pared. A simple vista, un trabajo poco fino en plena noche, lo que podría descartar el robo por encargo de algún coleccionista. «¡Espero que no sea ningún hijo del pueblo!», espetaba el alcalde, José María Vallejo.

«Vigilad»

Los ladrones habían irrumpido en el templo a través de la enorme puerta de madera de la plaza de los Mártires, un acceso que se abre cuando hay funerales porque la otra entrada, con un tamaño similar, está situada en una zona más angosta. Aunque no fue la única puerta que los asaltantes tuvieron que apalancar. Otras dos más fueron violentadas para llegar al salón donde estaba escondida la caja fuerte, justo detrás de una puerta que simula una alacena, cerrada con un inestable pestillo.

Para llegar hasta allí, seguramente los ladrones tuvieron que ver de reojo el cartel rectangular que, con la palabra «vigilad» escrita en mayúsculas, los niños de la catequesis habían colocado horas antes bajo la corona de Adviento. Un mensaje con el que se estaba indicando a los niños que estuvieran atentos ante la llegada del Señor. Aunque, por desdichas del destino, fueron unos ladrones los que entraron en la iglesia.

Don Eloy, como conocen en el pueblo al párroco, de 62 años (16 de ellos en Santa Olalla), descubrió el robo el lunes por la mañana, a las diez. Había ido a terminar de instalar el belén con un colaborador «cuando descubrimos la faena». Encontró por el suelo pequeñitos trozos de oro de la corona más cara y algunas piedras preciosas, por lo que «ha perdido gran parte de su cotización», asegura el alcalde.

Antes de que la corona de oro de la Virgen de la Piedad estuviera custodiada en la caja fuerte de la iglesia, la pieza permaneció guardada durante un año en otra caja de seguridad de una sucursal bancaria de Torrijos. La corona sólo salía del resguardo para ponerla sobre la cabeza de la imagen el primer domingo de mayo, fiesta de la Virgen de la Piedad, y el lunes siguiente, festividad local.

La revelación del orfebre

Sin embargo, no hay datos sobre el origen y el autor de la corona. Ni el párroco, ni Marcelino Díaz García, secretario de la Hermandad de la Virgen de la Piedad; ni el alcalde conocen el nombre del platero que talló la pieza. Creen que la corona llegó al pueblo en torno a 1950 por cuestación popular, pero no tienen ninguna certeza de ello.

Los feligreses tampoco conocieron el valor real de la pieza hasta que la hermandad la llevó a un orfebre de Ciudad Real, Ramón Orovio, para que la reparase. Ocurrió hace un lustro. «Llevamos la pieza porque la aureola, que no es de oro macizo, había perdido el baño y le dimos otro en oro de 18 quilates», recuerda Marcelino Díaz. Fue ese artesano quien reveló el tesoro (una corona de oro macizo) que tenían entre sus manos los miembros de la cofradía. «El orfebre me dijo que no había visto ninguna corona como esa, porque todas son de plata bañadas en oro. Me quedé sorprendido porque hasta entonces no le damos ningún valor. El día antes yo había tenido la pieza en una bolsa de plástico encima de la mesa donde comemos en mi casa», explica el secretario de la hermandad, compuesta actualmente 1.000 hermanos, la mitad de la población de Santa Olalla.

De la otra corona sutraída, bañada en oro y valorada en unos 18.000 euros, su autor es José Cornejo, «Pepe, el platero», ya fallecido. Se pagó con donaciones del pueblo para la coronación canónica de la Virgen de la Piedad el 4 de mayo de 1986.

El robo de las coronas es un punto y seguido a este tipo de delitos en Santa Olalla, donde el alcalde asegura que se han registrado un centenar en un año. El último fue ayer, en el bar Ronda, en la Calle Mayor, a unos 50 metros de la puerta del Ayuntamiento. Se llevaron el dinero de las máquinas tragaperras tras forzar la puerta del establecimiento.

Ver los comentarios