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«Si los artistas gobernásemos, nos llevaríamos todos mejor»

Dalila del Valle ha tomado este domingo posesión como académica numeraria de la Academia de Bellas Artes de Toledo

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No había cumplido 5 años cuando su padre ya vio en Dalila del Valle sus dotes como pintora. Este domingo, esta artista de 56 años, nacida en La Puebla de Montalbán, ha tomado posesión como académica numeraria de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. La única mujer entre sus 25 miembros legará un óleo a la institución, cuyo académico numerario Juan Sánchez, director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, contestará a su nueva compañera.

—¿Muchos nervios?

—Los justos por el respeto a la institución. He de tratar con ilustres personas y no he de defraudar tanto en mi discurso como en la obra pictórica inédita que voy a donar. El miedo escénico no lo he perdido nunca, a pesar de llevar más de 30 años exponiendo por todo el mundo.

—La única mujer entre los 25 académicos numerarios de la institución toledana. ¿Cómo se siente?

—No he llegado a plantearme si es cómodo o incómodo, solo me siento honrada. Cuando a una persona se la mira desde la cultura, el respecto y el trabajo, no importa que sea hombre o mujer. Se trata de colaborar todos para engrandecer nuestra ciudad de Toledo.

—¿Qué responsabilidades tiene ser académica numeraria?

—Muchas. Hay que asistir a todas las asambleas que se hacen cada quince días, aparte de dar determinadas ponencias, conferencias y discernir sobre determinados acontecimientos que vaya a tomar la administración en Toledo. Es dedicar parte de tu vida a la cultura por el bien de tu ciudad. Hay que ser un auténtico amante de Toledo para aceptar un cargo así, porque conlleva responsabilidad, tiempo y trabajo.

—Usted es ingeniera en Telecomunicaciones y realizó estudios de Historia del Arte en Nueva York.

—Sí, pero no me gusta hacer ostentación de mis cargos ni titulaciones. Me gusta que la gente me valore por lo que hago, por lo que pinto, pero no por los títulos. He conocido a lo largo de mis 56 años a gente con muchos doctorados y muchos títulos que no he visto que hayan aportado nada a la humanidad. A las personas se les debe de juzgar por sus hechos y por sus formas. Yo me expreso a través de la pintura y de la palabra, y ese es mi bagaje, mi cultura y mi currículum.

—¿Hay titulitis en España?

—Sí.

—¿En todos los campos?

—Sí, absolutamente en todos. Creo que a la persona hay que mirarla desde dentro. Conozco a gente sumamente inteligente, no con demasiada cultura, con lo cual creo que parte de esa inteligencia debe de ser providencial. Si una persona así no ha tenido un lugar donde formarse adecuadamente y es digna de pedirle consejos y darlos, pues, evidentemente, eso no lo enseñan en una universidad. Sí, hay demasiada titulitis en España.

—En su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de Toledo presenta a los artistas como embajadores de la paz. ¿Nos llevaríamos todos mejor en el mundo si gobernasen ustedes, los artistas?

—Sí. Mi forma de relacionarme es a través de la pintura, he viajado por todo el mundo, conociendo distintas culturas y religiones, y en ningún país me han tratado con hostilidad sabiendo que yo soy católica y cristiana. Me han respetado porque yo también he mantenido un respeto hacia las otras culturas y hacia las otras religiones. Por eso yo creo que puede que el hecho de ser artista conlleve que seamos un poco embajadores de la paz porque viajamos por todo el mundo con nuestra obra, intentando mostrar la belleza o la claridad que hay en nuestro interior, pero literalmente desnudándonos ante el público, mostrando nuestras entrañas. No hay cosa más bella que la verdad y no hay cosa más verdadera que la belleza.

—Usted es cosmopolita. ¿Viajar abre la mente?

—Sin duda. Pero se puede viajar de muchas maneras, no hace falta coger un avión. Se puede viajar también con la mente. Lo que pasa es que el hecho de salir de las murallas de Toledo facilita muchísimo más la labor. Conoces a distintas personas y puedes confrontar, dialogar, discrepar pacíficamente y puedes convencer o te pueden convencer de distintas posturas. Es muy importante abrirse al mundo. Indudablemente, uno desde su casa puede viajar, pero es un viaje más espiritual, más personal. Salir de Toledo o de nuestra querida España facilita muchísimo ese mensaje de paz, de comprensión y de escucha. Yo aprendo muchísimo escuchando a la gente y viendo su forma de vivir, sin hacer juicio alguno ni críticas, simplemente respetando su cultura y su religión. De ahí parte mi discurso, titulado «Artistas, embajadores por la paz».

—¿Quiénes han sido sus maestros?

—Empecé de manera autodidacta, pero he tenido grandes maestros en el panorama internacional, como Juan Gutiérrez Montiel, Felipe Vallejo, Daniel Merino o José Luis Galicia, que me han permitido pasar horas y horas en su estudio mostrándome sus más secretas técnicas. He tenido muy buenos maestros y de todos he aprendido.

—¿Y ha aprendido del Greco?

—Sin duda. El Greco me ha enseñado mucho, es muy difícil para una persona con sensibilidad, y el Señor me ha regalado ese don, que no pueda aprender de la pintura del Greco. Es un caudal, es una fuente inmensurable de arte y de conocimiento para los grandes estudiosos.

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